Portugal continúa envuelta en llamas. En la tercera noche de lucha contra el fuego, los bomberos trabajan contra reloj para contener los más de 60 incendios activos que asolan al país. Las llamas, totalmente descontroladas, continúan su avance y han arrasado ya más de 60.000 hectáreas, cobrándose la vida de 7 personas, tres de ellas bomberos, y dejando numerosos heridos.
Las altas temperaturas, los fuertes vientos y las particularidades de las áreas boscosas que han sido alcanzadas por las llamas, con grandes masas de eucaliptos, están complicando sumamente las labores de extinción. El Gobierno ya ha declarado el estado de emergencia, con el país sobrepasado por el avance del fuego y la Unión Europea movilizando aviones en la ayuda. Hay 6.000 efectivos luchando contra los incendios, pero no son suficientes.
Con las llamas avanzando sin control, los vecinos también han organizado cadenas humanas a la desesperada para intentar salvar sus casas. Decenas de ellas han quedado destruidas, al igual que numerosos colegios y residencias han echado el cierre, con las principales autopistas cortadas ante la amenaza del fuego.
Los al menos 60 incendios declarados, con más de un centenar de focos activos, se han cebado especialmente con la zona centro y también norte del país, siendo Aveiro, al sur de Oporto, una de las regiones más afectadas.
Sembrando la desolación, las llamas, que avanzan sin control, sorprendieron también a tres bomberos que acudían a la localidad de Tábua, en el distrito de Coímbra, para sofocarlas. Murieron cuando el coche en el que viajaban quedó atrapado por el fuego.
Junto a ellos, otras cuatro personas han fallecido por los incendios, mientras otros 33 trabajadores han resultado heridos en los últimos días mientras realizaban las tareas de extinción.
Haciendo frente a la tragedia, el país luso ha movilizado ya a más de 6.000 efectivos, casi 2.000 medios terrestres y 42 aéreos, mientras la propia ciudadanía se organiza para participar en la lucha: “Estamos tratando de ayudar a los bomberos. Sabemos que están muy cansados. Y como no tienen acceso a comida ni agua, estamos tratando de ayudarlos”, cuenta una afectada.
Las altas temperaturas, la baja humedad y las fuertes rachas de viento complican las tareas de extinción. El país mantiene la alerta máxima por la oleada de incendios, que ya ha calcinado más de 60.000 hectáreas.
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