Dominique Pélicot, el hombre acusado de haber drogado durante diez años a su mujer, Gisèle, para violarla y para que hiciesen lo mismo decenas de hombres, ha reconocido los hechos en su declaración ante el juez. "Soy un violador, como todos los que estamos en esta sala. No pueden decir lo contrario", ha dicho, expresando que su mujer "no merecía esto" y ha pedido perdón. Asimismo, ha negado haber abusado de sus hijos y sus nietos. Así lo han contado en el vídeo Laura Echevarría y Laia Forés.
Un total de 51 hombres se sientan en el banquillo durante este juicio, que por petición de la propia víctima se desarrolla sin restricciones de cobertura. De estos, 35 han reconocido haber mantenido relaciones pero con el matiz de que no entendían que fuese un abuso no consentido.
Pélicot ha reconocido su responsabilidad este martes cuando se ha retomado el juicio a primera hora después de que el lunes el tribunal acordase de nuevo suspender la vista por problemas de salud del acusado, que esgrimía un nuevo informe médico que alude a una infección renal, un cálculo en la vesícula y problemas de próstata.
El acusado ha reconocido los hechos justificando que sufrió traumas durante su infancia que podrían haberle conducido a cometer ese crimen. Ha concretado que fue víctima de una violación cuando tenía 9 años y que presenció otra a los 14.
La víctima, Gisèle Pelicot, que ya ha relatado ante el tribunal su versión de los abusos que sufrió durante años a manos de su marido --y de los que no fue consciente hasta que la Policía se los desveló--, ha reaccionado a las palabras de su marido confesando que era "difícil escucharlo". "Durante 50 años viví con un hombre que no hubiera imaginado ni por un segundo que pudiera hacer estos actos. Tenía confianza total en ese hombre", ha dicho.
Este lunes pronunció unas breves palabras a las puertas de la sala para dar las gracias por los apoyos recibidos. Un día después de que se convocasen manifestaciones de apoyo, la mujer se mostró "profundamente emocionada", consciente de lo que ella misma ha descrito como una "responsabilidad". Ha dedicado su "lucha" a todas las personas que han sufrido violencia sexual, para que sepan que "no están solas".
Cabe destacar que la Fiscalía ha dado cuenta de al menos 92 violaciones durante diez años, aunque para la víctima durante años toda sospecha se limitó a lagunas temporales en su memoria. "Hasta nuestros amigos nos decían que éramos la pareja ideal", aseguró en una larga y sosegada exposición en la que situó como primera fecha relevante el 12 de septiembre de 2020.
Ese día descubrió a su marido llorando y éste le confesó que le habían pillado en un supermercado cuando intentaba captar imágenes por debajo de las faldas de varias clientes. Gisèle Pélicot decidió perdonarle, con el requisito de que pidiese ayuda y se disculpase ante las mujeres, según los extractos recogidos por la televisión pública gala.
Poco después, puso rumbo a París, para cuidar de algunos de sus nietos, y ya entonces le comentó a su hija "un problema ginecológico" por el que cree que debería pedir cita con un médico. Volvió a Mazan el 21 de octubre y al día siguiente se despertó sin recordar nada de la noche anterior: posteriormente descubrió que sufrió entonces la última violación organizada por su marido.
El 2 de noviembre acudió a la comisaría convocada por la Policía, pensando inicialmente que le iban a pedir cuentas por los vídeos de su marido. En esta primera declaración negó que practicase el intercambio de parejas e identificó a Dominique Pelicot como "el único hombre" con el que se podía acostar.
"Te vamos a enseñar cosas que no te van a gustar", contó que le dijo entonces el comisario. Le mostró una imagen de una mujer violada por un hombre, pero no reconocía a ninguna de las dos personas. Ante la insistencia, terminó identificándose como la mujer inerte que aparece en la fotografía, a la que seguirían varias imágenes más de hechos similares.
"Son escenas de barbarie", explicó Gisèle, al relatar el inicio de un "trauma inmenso" en el que inicialmente sólo quería "desaparecer". De hecho, admitió que pensó en quitarse la vida, pero que se acordó de sus tres hijos y de sus nietos para seguir adelante. Así, explicó cómo sus propios hijos se volcaron con ella cuando les contó todo lo que acababa de descubrir.
En un primer registro en la vivienda, los investigadores no localizaron la droga con la que Dominique Pélicot dejaba inconsciente a su esposa, pero el hombre terminó reconociendo que escondía los botes de Temesta --lorazepan-- en botas de montaña.
Según su relato, el comisario le sugirió que se mudase del pueblo porque los individuos que la violaron sabían dónde vivía y puso otra vez rumbo a la zona de París, adonde escapó "destrozada". Tras unos meses acompañada, se trasladó a la segunda residencia de su hija y su yerno, porque "necesitaba estar sola" para retomar su propia vida.
Gisèle no vio los vídeos de los abusos hasta este mes de mayo, cuando comenzó a preparar el juicio, y vio por primera vez "escenas de violación insoportables", ante las que ella simplemente dijo estar "anestesiada". "Fui sacrificada en el altar del vicio", lamentó.
Estaba "como muerta", según sus propias palabras, con las que quisp señalar a quienes desfilaron sobre ella durante años. No se plantearon en ningún momento su posible sufrimiento: "Me ven como una muñeca de trapo, como una bolsa de basura".
Gisèle aseguró que no testificaba por sus propios intereses, sino para ayudar a otras mujeres que puedan ser víctimas de sumisión química. "El día en que una mujer se levante y no recuerde lo que hizo el día anterior se dirá a sí misma: he oído el testimonio de la señora Pélicot", señaló.
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