Alemania enfada a sus vecinos comunitarios con el control de sus fronteras terrestres desde este lunes. El gobierno de Olaf Scholz ha cedido a la presión de la ultraderecha que clamaba por la medida como una manera para evitar la entrada de inmigrantes ilegales. Por el momento, de Alemania aseguran que los controles se harán de forma temporal durante seis meses. Una información de los periodistas Luis Tovar y Laura Echevarría.
Entre Alemania y Bélgica los controles ya eran efectivo y los agentes paraban los vehículos de manera aleatoria en la autopista; comprobaban en el interior y también la documentación de las personas que viajaban a bordo. En caso de que fueran sospechosos o no tuvieran documentación se les negaba la entrada al país y los devolvían inmediatamente a la frontera con Bélgica.
Alemania ya disponía de controles en las fronteras con Polonia, República Checa, Suiza y Francia, pero no eran tan exhaustivos. Ahora, desde este lunes se extienden también a Luxemburgo, Bélgica, Países Bajos y Dinamarca. Las medidas estarán en vigor en principio durante seis meses, pero no descartan que puedan prolongarse, como ya hizo el gobierno de Austria, que la impuso en 2015 y hasta el día de hoy.
Los socios europeos no están muy contentos con la decisión de Alemania y consideran el control de las fronteras una violación del espacio Schengen. La decisión de Alemania implica una ruptura de la libre circulación en el espacio Schengen, por lo que Berlín ha debido explicar sus razones a la Comisión Europea. En teoría, sólo pueden aplicarse este tipo de medidas en caso de extrema necesidad y como último recurso, lo que no ha evitado que en los últimos años varios países hayan cerrado fronteras interiores.
El canciller Scholz, a finales de agosto, ya avanzó que, si por él fuera, los controles estarían "el mayor tiempo posible", declaraciones pronunciadas eso sí antes de la extensión a todas las fronteras. Según el político, este tipo de medidas han demostrado ser "muy eficientes" -desde octubre de 2023, Alemania ha frenado la entrada de 30.000 migrantes-.
El espíritu de apertura de Schengen queda reducido con los controles temporales que además ya mantienen Austria, Dinamarca, Francia, Italia, Noruega, Eslovaquia y Suecia, aunque ninguno tan polémico como el caso alemán. Mientras tanto, la ultraderecha avanza en sus posiciones anti-immigratorias, la vecina Polonia critica la decisión y pide menos controles internos y más control de las fronteras externas, en su caso, con Bielorrusia y Ucrania.
El Gobierno ultra de Países Bajos da los primeros pasos para salirse de la política migratoria común. Contener la migración irregular es también prioritario para el Reino Unido. El primer ministro en Roma toma nota de las medidas de su homólogo a Giorgia Meloni para frenar la migración ilegal. La ministra del Interior, Nancy Faeser, ha prometido que no habrá grandes complicaciones en el tráfico, un aspecto clave para viajeros y especialmente para los trabajadores transfronterizos. La Policía realizará inspecciones al azar, siguiendo el modelo ya implementado en las fronteras del este y el sur del país.
El refuerzo de la vigilancia deriva de la comisión de varios ataques con cuchillo y del repunte del debate político en torno a la necesidad de endurecer la política migratoria. Sin embargo, varios países vecinos han cargado contra Berlín y dirigentes como el húngaro Viktor Orbán han dicho que ahora Alemania está aplicando las políticas que él lleva años reclamando. Para el primer ministro polaco, Donald Tusk, se trata de "la suspensión 'de facto' del espacio Schengen".
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