Esta madrugada, se la juegan los dos candidatos a las elecciones de Estados Unidos en el que previsiblemente será el único debate que mantengan. Una información de los periodistas Dori Toribio y David Cacho.
Un cara a cara con muchas peculiaridades por el lugar en el que se celebra, decisivo para el resultado, por las condiciones pactadas y porque se produce en un momento en el que las encuestas apuntan a que cualquiera puede proclamarse ganador.
La naturaleza de Donald Trump es la que es: él tiende a salir al ataque, es agresivo, incluso intimidante en la puesta en escena. Lo vimos hace ocho años en los debates que mantuvo con la entonces candidata demócrata Hilary Clinton. Colocado detrás de ella, invadiendo claramente su espacio, en un gesto muy provocador que posiblemente pretendía desconcentrarla. Pero las cosas han cambiado mucho desde entonces y los demócratas han querido atar en corto a Donald Trump. Ya en el debate con Joe Biden se estableció, por ejemplo, que no hubiera público ni contrarréplicas y que los candidatos no pudieran moverse del atril. Así que lo más seguro es que veamos un Trump contenido que, de todos modos, puede desatarse en cualquier momento si ve la oportunidad.
La estrategia de Kamala Harris pasa por incidir en los últimos despistes o errores de Trump. Curiosamente, la edad, el estado de salud y la agudeza cognitiva han pasado de ser armas de Trump a armas contra Trump. Al republicano, de 78 años, se le ha visto caer últimamente en bastantes lapsus y divagaciones. También hay que tener en cuenta que habla durante horas todos los días. Lo que está claro es que Kamala Harris sacará todo su arsenal de fiscal para ponerle en aprietos o cogerlo en un renuncio.
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