Ucrania ya sabe que está perdiendo la guerra y que una victoria de Donald Trump puede dar la puntilla a la ayuda americana. Aguantar la guerra potencia como Rusia con infinidad de recursos de todo tipo es extenuante. Mientras Zelenski pide una cúpula antimisiles como la de Israel, Ucrania ha sufrido esta mañana otro brutal ataque ruso contra la población civil. Los desertores en Ucrania aumentan.
Al menos 13 personas han muerto y 60 han resultado heridas en el norte del país. Tres misiles impactaron consecutivamente destrozando un hospital, una escuela y varios edificios residenciales. El ataque llega en un momento crítico para Ucrania, sin munición y sin defensa antiaérea ante el avance diario de las tropas rusas.
Pocas cifras oficiales hay de las bajas en esta guerra por parte de Rusia. Pero la BBC ha dado hoy un primer recuento independiente. Más de 50.000 soldados rusos han muerto, según ese registro confiable. Al principio de la guerra, en morían, sobre todo, soldados profesionales. Pero, según avanzaba la contienda son los civiles reclutados quienes engrosan el número de bajas. Son tropas desechables. Los mandan a morir, para localizar posiciones enemigas y luego atacar.
Muchos de ellos son presos. Les ofrecen libertad a cambio de ir al frente. Aquí ven cuánto tardan en morir. La mayoría apenas dura dos meses. Lo llaman estrategia de "picadora de carne", un cambio de táctica, de quemar tropas que deja evidencias a vista de satélite.
Y donde es más evidente el número de rusos muertos en combate es en los cementerios que han crecido exponencialmente en estos dos años al sureste de Moscú. Su tamaño ha cambiado antes de la ofensiva contra Ucrania. Seguramente sus familiares ni siquiera sepan que están enterrados allí.
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