El Papa imparte la bendición 'urbi et orbi' con un mensaje de paz hacia los conflictos en Gaza y Ucrania
El Papa, para acabar la Semana Santa, pide un alto el fuego inmediato en Gaza y un intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania
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El Papa urgió este Domingo de Resurrección, durante la bendición 'urbi et orbi', a que "se garantice la posibilidad del acceso de ayudas humanitarias a Gaza", a la "rápida liberación de los rehenes secuestrados el pasado 7 de octubre" y a un "inmediato alto el fuego en la Franja". Además, reclamó "un intercambio general de todos los prisioneros entre Rusia y Ucrania", según informa Darío Menor desde Ciudad del Vaticano.
Asomado al balcón de la logia central de la Basílica de San Pedro, y ante 60.000 personas, Francisco pronunció su mensaje de Pascua en el que evocó a "las víctimas de tantos conflictos que están en curso en el mundo" y pidió que "Cristo resucitado abra un camino de paz para las martirizadas poblaciones de esas regiones".
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Francisco avisa contra "los vientos de guerra"
"No permitamos que las hostilidades continúen afectando gravemente a la población civil, ya de por sí extenuada, y principalmente a los niños. Cuánto sufrimiento vemos en sus ojos", resaltó Bergoglio.
También lanzó una advertencia: "Los vientos de guerra soplan cada vez más fuertes sobre Europa y sobre el Mediterráneo". De este modo, instando en todos los conflictos a "respetar los principios del derecho internacional", subrayó que "la paz no se construye nunca con las armas, sino tendiendo la mano y abriendo el corazón".
A sus 87 años, con dificultades de movilidad y el aliento justo por los efectos de una gripe reciente, no ha sido fácil para Francisco afrontar una semana con la agenda a reventar, en el punto de mira de todos los focos, afirma Juan Antonio Nicolay.
Son los días más exigentes para él y no empezaron de la mejor manera. El hecho de no leer la homilía el Domingo de Ramos fue el primer gran susto, saltando de nuevo las alertas acerca de su estado de salud.
Su retorno a las audiencias del día a día, aparentemente mejorado, se festejó como una resurrección. Y así llegó al Jueves Santo, con visos de haber recuperado fuerzas y voz para la llamada misa crismal, la ceremonia del lavado de pies. Siempre en silla de ruedas, eso sí, todo en la víspera del segundo gran sobresalto.
El Viernes Santo decidió 'in extremis' no ocupar el sillón dispuesto para él en el Vía Crucis. La ceremonia en el Coliseo romano fue seguida por el Papa desde su residencia, la Casa Santa Marta. No obstante, sí estuvo en la vigilia del Sábado Santo.
Francisco, en el cierre de esta Semana Santa, instó a no olvidar a Siria, que lleva catorce años sufriendo, o el Líbano, afectado desde hace tiempo por un bloqueo institucional y por una profunda crisis económica y social, agravados ahora por las hostilidades en la frontera con Israel.
Por último, reclamó "consuelo a las víctimas de cualquier forma de terrorismo" y rezos "por los que han perdido la vida". "Imploremos el arrepentimiento y la conversión de los autores de estos crímenes", concluyó.
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