En EE. UU. no ha habido sorpresas, salvo imprevisto, Biden y Trump se disputarán la Casa Blanca en noviembre. Las primarias del supermartes dejan fuera a la republicana Nikki Haley.
No es habitual que a comienzos de marzo las primarias estén ya sentenciadas, pero con Biden y Trump sin rivales este proceso de primarias se convierte ya en un mero trámite burocrático.
A la espera de que voten los estados restantes y que queden definidos así los delegados que son los que votarán para, en este caso, confirmar a los candidatos de ambos partidos.
Primero lo harán los republicanos en una convención que celebrarán en julio. Los demócratas harán lo mismo un mes más tarde. Esto abrirá la recta final de campaña que culminará el 5 de noviembre, cuando los estadounidenses están llamados a las urnas.
Biden es ya el presidente más longevo de la historia del país y Trump tiene solo cuatro años menos. La contienda está ajustada, pero si las elecciones fueran hoy Trump ganaría al actual presidente por más de dos puntos porcentuales.
Un dato curioso es el de la popularidad, o mejor dicho, la impopularidad de ambos aspirantes. Biden está peor visto, con más del 56% de desaprobación. Pero Trump no se queda atrás con un 52%. Todo apunta a que los estadounidenses consideran que tendrán que decantarse por el mejor de los males.
Trump genera más entusiasmo entre los suyos que Biden a quien una mayoría de los votantes demócratas siguen viendo demasiado mayor. Pero los expertos advierten: las elecciones las decidirán un puñado de estados, por unos miles de votos.
A los demócratas les preocupa la guerra de Gaza porque miles de musulmanes que podrían inclinar la balanza, no salgan a votar. A Trump debería preocuparle que Biden les robe a los republicanos moderados.
Los estadounidenses tienen más tiempo por delante que nunca para elegir entre dos hombres mayores que conocen bien.
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