Francia se convierte en el primer país en blindar el aborto en la Constitución

"La ley determina las condiciones en las que se ejerce la libertad garantizada a las mujeres de recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo". Estas palabras quedarán grabadas en la Constitución francesa con la firma, por primera vez, de una mujer, Braun-Pivet.

"Orgullo francés, mensaje universal". Así lo celebraba el presidente, Emmanuel Macron, en un mensaje en X.

Francia se ha convertido este lunes en el primer país del mundo que introduce en su Constitución el derecho al aborto. Reunidos en Congreso nacional, en el Palacio de Versalles, antigua residencia de los reyes de Francia, 780 diputados y senadores, de todas las familias políticas, votaron «sí», y 72 votaron «no».

En Congreso del Parlamento, que está conformado por un total de 925 miembros --348 senadores y 577 diputados--, ha dado 'luz verde' definitiva a la medida con un total de 780 apoyos, según ha anunciado la presidenta de la Asamblea Nacional gala, Yael Braun-Pivet.

Cientos de personas han seguido los resultados de la votación del Palacio de Versalles desde los alrededores de la Torre Eiffel, símbolo del país, y que ha brillado cuando la presidenta del Congreso ha anunciado que la medida había sido aprobada.

Le Pen: "El derecho al aborto no está amenazado en Francia"

La líder de extrema derecha Marine Le Pen ha afirmado que el presidente francés Emmanuel Macron estaba utilizando esta decisión para ganar puntos políticos debido al apoyo abrumador al derecho al aborto en el país. "Votaremos para incluirlo en la Constitución porque no nos plantea ningún problema", ha afirmado Le Pen a los periodistas.

Sin embargo, es exagerado calificar esta medida de histórica, porque "nadie pone en peligro el derecho al aborto en Francia", ha afirmado. Las mujeres tienen el derecho legal al aborto en Francia desde una ley de 1974, que fue ampliamente criticada en su momento.

Ya el pasado miércoles 28 de febrero el Senado francés, en un día calificado de “histórico”, daba un paso clave hacia este objetivo que nunca ha estado exento de debate y división: por mayoría, aprobaba la inclusión de "la libertad garantizada a las mujeres de recurrir al aborto" en la Constitución

Así, la propuesta, que ya había sido aprobada a finales de enero en la Asamblea Nacional, recibía el respaldo de 267 senadores, mientras que otro medio centenar expresó su oposición.

Durante las semanas previas, los principales líderes de Los Republicanos, herederos de la derecha clásica francesa, mostraron sus reticencias y, en ese sentido, incluso el presidente del Senado, Gérard Larcher, llegó a argumentar que la Constitución "no es un catálogo de derechos sociales".

El líder de Los Republicanos en el Senado, de hecho, había llegado a presentar varias enmiendas en aras de modificar el texto aprobado por la Cámara Baja, pero, finalmente, pocos días antes, algunos diputados conservadores y centristas dieron un giro a sus posturas.

“Hay días que marcan la historia política y parlamentaria de nuestro país. Este día es uno de ellos. Después de la Asamblea Nacional, el Senado votó hoy para incluir el derecho al aborto en nuestra Constitución. Este es un gran paso adelante. Es una protección que le debemos a todas las mujeres. Es el reconocimiento de su derecho a disponer libremente de su cuerpo”, señalaba tras aquella votación el primer ministro francés, Gabriel Attal, a través de sus redes sociales. “Cuando los derechos de las mujeres son atacados en todo el mundo, Francia se pone de pie y se sitúa a la vanguardia del progreso”, señaló.

El Vaticano, en contra

La Pontificia Academia para la Vida del Vaticano ha censurado la decisión de Francia de inscribir explícitamente en su Constitución el derecho al aborto, convirtiéndose en el primer país del mundo en hacerlo, al señalar que no "puede existir el derecho a quitar la vida".

"En la era de los derechos humanos universales, no puede existir el derecho a quitar la vida humana", ha señalado el organismo instituido en 1988 por Juan Pablo II en un comunicado de apoyo a la posición de la Conferencia Episcopal Francesa (CEF).

La CEF señaló el pasado 29 de febrero que "el aborto, que sigue siendo en su origen un atentado contra la vida, no puede contemplarse únicamente desde el ángulo de los derechos de la mujer". Asimismo, los obispos franceses lamentaron que el debate que se ha abierto en Francia "no haya abordado los mecanismos de apoyo de que disponen quienes desean conservar a su hijo".

Por su parte, la Pontificia Academia para la Vida ha hecho un llamamiento a todos los líderes políticos y tradiciones religiosas para que hagan todo lo posible para que, "en esta fase de la historia, la protección de la vida se convierta en una prioridad absoluta, con medidas concretas en favor de la paz y la justicia social, con medidas eficaces para el acceso universal a los recursos, a la educación y a la salud".

"Las situaciones particulares de la vida y los contextos difíciles y dramáticos de nuestro tiempo deben abordarse sobre la base de un derecho que tenga como objetivo, ante todo, la protección de los más débiles y vulnerables", han asegurado desde el departamento del Vaticano que estudia los principales problemas de biomedicina y derecho, relativos a la promoción y a la defensa de la vida desde una perspectiva católica.

Para el organismo que preside el arzobispo italiano, Vincenzo Paglia, la "protección de la vida" es el objetivo primordial de la humanidad y sólo puede desarrollarse "en un mundo libre de conflictos, donde la ciencia, la técnica y la industria estén al servicio de la persona humana y de la fraternidad".

Asimismo, han recordado las palabras del Papa durante la audiencia general del 25 de marzo de 2020 cuando argumentó que para la Iglesia católica, la defensa de la vida "no es una ideología", sino una realidad humana que afecta a todos los cristianos, precisamente por ser cristianos y por ser humanos".

"Se trata de una acción cultural y educativa para transmitir a las generaciones futuras la aptitud para la solidaridad, el cuidado y la acogida, sabiendo que la cultura de la vida no es patrimonio exclusivo de los cristianos, sino que pertenece a todos aquellos que, trabajando en la construcción de relaciones fraternas, reconocen el valor de cada persona, incluso cuando es frágil y sufre", señaló Francisco en aquella ocasión.

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