La Franja de Gaza vive una situación dramática tras más de tres meses de ofensiva militar israelí, que ha causado la muerte de más de 27.100 personas y el desplazamiento de casi el 90% de la población.
La ofensiva israelí comenzó el 7 de octubre como represalia por los ataques de Hamás, que causaron alrededor de 1.200 víctimas mortales en Israel. Sin embargo, la respuesta ha sido desproporcionada y ha provocado una crisis humanitaria en el enclave palestino, donde las autoridades sanitarias han contabilizado 27.131 fallecidos y 66.287 heridos.
Estas cifras son provisionales y podrían aumentar, ya que se estima que hay entre 7.000 y 8.000 personas atrapadas bajo los escombros de los edificios destruidos por los bombardeos. La ONU ha validado estos datos y los ha utilizado para exigir el fin de las hostilidades.
La violencia ha obligado a más de 1,7 millones de personas a abandonar sus hogares, sobre todo en el sur de la Franja, donde los ataques son más intensos. Muchos se han refugiado en la ciudad de Rafah, en la frontera con Egipto, que se ha convertido en una “olla a presión de desesperación”, según Jens Laerke, portavoz de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.
La mayoría de las viviendas han quedado arrasadas y hay una escasez de productos básicos para atender las necesidades de la población. La agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) ha calificado la situación de “catastrófica” y ha pedido más ayuda humanitaria.
La guerra ha afectado especialmente a los menores, que representan más de un millón de los habitantes de Gaza. Unicef ha estimado que 17.000 niños están solos o separados de sus familias y que necesitan apoyo psicológico debido a los síntomas que presentan, como ansiedad, pérdida de apetito y dificultades para dormir.
Antes del conflicto, Unicef ya identificaba a unos 500.000 menores que requerían asistencia en salud mental, pero ahora considera que la mayoría de los niños en el enclave necesitan ayuda psicológica para superar el trauma.
Laerke expresó su profunda preocupación por la escalada de violencia en Jan Yunis, que ha provocado el desplazamiento de miles de personas hacia Rafah, y ha pedido a las partes que respeten el derecho internacional humanitario y que protejan a los civiles, especialmente a los niños.
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