La crisis del campo ya está en la agenda de Bruselas. Las protestas de los agricultores, que ayer elevaban la tensión ante las puertas de la mismísima sede de la Eurocámara, se han hecho sentir con fuerza y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se ha comprometido a presentar un paquete de medidas que simplifique la política agraria común. Mientras, en Francia, parece que poco a poco se vuelve a la normalidad tras unas nuevas medidas anunciadas por Emmanuel Macron.
Concretamente, el presidente francés ha anunciado que destinará 230 millones de euros al sector agrícola, y al mismo tiempo ha asegurado que pondrá sus esfuerzos en que la Unión Europea renuncie a las negociaciones de Mercosur en las condiciones actuales.
De este modo, tras múltiples días de barricadas, bloqueos y colapsos de las carreteras francesas, poco a poco vuelve la calma, aunque los agricultores permanecen atentos a cómo se desarrollan los próximos acontecimientos, que van mucho más allá de Francia en un problema que es europeo y por el que, de hecho, también se manifiestan en España, donde hoy el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, se reúne con ellos para intentar, igualmente, llegar a un acuerdo que desactive las movilizaciones.
Entre tanto, ayer la ira del sector se dejaba sentir con gran intensidad en Bruselas. Allí, más de 1.300 tractores colapsaron la capital belga, con los agricultores movilizados al unísono para exigir mejoras en una situación que denuncian como “insostenible”.
Frente al Parlamento Europeo, se vivieron momentos de tensión, con algunos de los implicados en la protesta lanzando todo tipo de objetos: desde estiércol y huevos hasta petardos, como el que interrumpió en directo una emisión de nuestro corresponsal Lluis Tovar.
Además, llegaron incluso a derribar una estatua erigida en 1871 en honor al británico John Cockerill, que ayudó a impulsar el sistema ferroviario belga.
En ese escenario, las autoridades tuvieron que intervenir con cañones de agua y se enfrentaron a algunos de ellos para tratar de dispersarlos y minimizar los altercados.
Los agricultores, insisten, ven el sistema como un auténtico ‘matadero’; un modelo que les 'asfixia' por las normativas y los costes, y ante ello reclaman unas medidas que esperan que, en pleno calendario preelectoral, sean implementadas con celeridad.
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