Los hutíes son una milicia chií yemení que controla parte del país y que busca hacerse con el total desde hace casi una década. Están considerados parte del ‘Eje de Resistencia’ de Irán. Y aunque no tienen tanta capacidad armamentística como Hizbulá en Líbano o Hamás en Gaza, a quien apoya rotundamente, si son una amenaza para el comercio mundial que hace uso del Canal de Suez. De ahí el bombardeo de esta madrugada por parte de Estados Unidos y Reino Unido.
La ONU ha llegado a decir que la guerra de Yemen es la peor crisis humanitaria del mundo.
Ali Abdullah Saleh, el primer presidente de Yemen después de la unificación del país en 1990 inicialmente apoyó a ‘Juventud Creyente’ un grupo que fue creciendo en popularidad en detrimento del Gobierno y del que surgirían años después los hutíes, quienes controlan parte del país desde 2011.
Desde entonces y hasta hoy han ido sumando territorios a su control incluido parte de la capital Saná. El presidente Abd-Rabbu Mansour Hadi huyó a Arabia Saudita en 2014, país que lanzó una guerra contra los hutíes en Yemen un año después. Desde entonces, según la ONU han muerto más de cuatro millones de personas.
A día de hoy, los hutíes son una milicia financiada y entrenada por Irán y aunque no tienen la capacidad armamentística y geográfica de infligir un daño directo a Israel si puede hacerlo contra los barcos de este país y sus aliados que hacen uso del Canal de Suez, una ruta que aglutina el 15% del comercio mundial y clave para occidente.
Junto a otros grupos como Hizbulá en Líbano y Hamás en Gaza, los hutíes forman parte del ‘Eje de la Resistencia’ auspiciado por Irán y que es radicalmente antiisraelí y antioccidental.
Desde que comenzó la guerra en Gaza tras el ataque de Hamás el pasado 7 de octubre, los hutíes han advertido a Israel y sus aliados. Desde diciembre han atacado barcos a su paso por el Mar Rojo y esta madrugada, una coalición liderada por Estados Unidos y Reino Unido han bombardeado varias posiciones de los milicianos yemeníes. Un ataque de consecuencias económicas incuestionables y geopolíticas inexploradas hasta ahora.
Abdul-Malik Badruldeen al-Houthi, líder hutí, ha asegurado que “no hay ningún problema para que los buques atreviesen el Mar Rojo. El único objetivo son los barcos vinculados a Israel".
De momento, varias navieras han dejado de usar la ruta del Mar Rojo y navegan por el cabo de Buena Esperanza a pesar de la pérdida de tiempo y dinero que supone, para garantizar la seguridad de sus tripulaciones, de sus cargas y sus negocios.
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