La población de Ecuador continúa sumida en el pánico instaurado por el “conflicto armado” declarado en el país, que vive en “estado de excepción” y con toque de queda nocturno ante la escalada de la violencia abanderada por el crimen organizado. El presidente, Daniel Noboa, ha declarado la guerra a los narcotraficantes y, con el Ejército intentando tomar el control de las calles con la premisa de que todo “terrorista” es “un objetivo militar”, peinan cada rincón en busca de los integrantes de las distintas bandas que han puesto en jaque al país. Para ello, llegan incluso a vigilar los tatuajes que los ciudadanos llevan grabados en su piel.
Cualquier indicio, marca o señal que pueda vincularse a los sellos identitarios de las 22 bandas criminales señaladas como “terroristas” en Ecuador, como ‘Los Choneros’, ‘Los Tiguerones’, ‘Los Lobos’, entre otras, es inmediatamente supervisado por las autoridades.
“Estamos en un estado de guerra. Estamos en un estado de guerra y no podemos ceder ante estos grupos terroristas”, ha recalcado Noboa durante estos días, dejando clara la voluntad de perseguir a cada integrante de estas bandas hasta erradicarlas.
Por eso, hoy en Ecuador hasta los grabados en la piel se han convertido en motivo de sospecha. Vigilados por los agentes, si algún tatuaje se asemeja a los que utiliza los miembros del crimen organizado, inmediatamente las autoridades le dan el alto.
En estas circunstancias, algunos civiles, completamente ajenos al ámbito de la delincuencia y a este conflicto, no dejan de tomar precauciones en medio del temor y el pánico a la escalada de la crisis de seguridad.
Algunos ciudadanos, por casualidad y desconocimiento, tienen incluso tatuajes que a simple vista pudieran resultar parecidos a los que usan los miembros de estas bandas, por eso, temiendo cualquier confusión, se apresuran a evitarlo o dejarlo claro ante la especial vigilancia que se está realizando sobre ellos.
Mientras tanto, los terroristas mantienen su pulso. Mientras las bandas más peligrosas han desafiado al Gobierno con bombas y asaltos a múltiples instituciones e incluso hospitales y hasta una televisión pública, ya son 178 los funcionarios tomados como rehenes en los motines que han protagonizado.
Los delincuentes ya controlan siete cárceles del país y la preocupación se extiende también por los países fronterizos, con Perú reforzando la vigilancia y la seguridad en sus cárceles, temerosos de que una situación similar pueda repetirse también en el país.
Así, una a una, revisan todas las celdas tras decretarse el estado de emergencia en cinco regiones fronterizas con Ecuador.
“Se trata de un operativo que se viene realizando en los 68 establecimientos penales a nivel nacional", detallan las autoridades peruanas mientras la presidenta del país, Dina Boluarte, llama a la calma: “Nuestra frontera está protegida”.
Por su parte, desde Ecuador, su homólogo Daniel Noboa ha dejado claro que no va a ceder un ápice y podría copiar el modelo carcelario de El Salvador, que funciona porque su presidente, Nayib Bukele, también tenía serios problemas con las bandas criminales y las combate con mano dura, con megacárceles, cuestionada muchas veces por falta de derechos humanos.
Ecuador no clasifica a sus presos por su nivel de peligrosidad sino si están conectados con una banda o con otra. Por eso, están al final los líderes y los miembros de las cárceles juntos, y eso complica aún más la situación.
Bukele, por su parte, separó a los miembros de las bandas. Le está funcionando y Noboa parece que va a hacer lo mismo: ya ha encargado megacárceles de "máxima seguridad" al estilo de El Salvador y estarán también listas ‘prisiones barcazas’ en un año.
"Estamos convencidos de que vamos a salir victoriosos de este conflicto. El apoyo ciudadano y de los partidos políticos es fundamental para salir de la oscuridad y generar mejores días para todos". "Ceder ante el mal, jamás; luchar incansablemente, siempre. ¡Que viva el Ecuador!", ha subrayado Noba ante el Parlamento ecuatoriano.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.