La noche del lunes 18 de diciembre, un terremoto sacudió la zona cercana a Grindavik, una ciudad islandesa, anunciando la erupción de un volcán. Poco después de las 22:00, el volcán empezó a expulsar humo y lava, lo que obligó a las autoridades a aislar la zona por precaución.
La erupción fue muy intensa al principio, con un flujo de lava de entre 100 y 200 metros cúbicos por segundo. No obstante, la Oficina Meteorológica informó que la erupción se debilitó tras cuatro horas, lo que hizo albergar la esperanza de que la lava no llegara a las zonas urbanas próximas al volcán.
En el video se puede ver el instante en que el volcán entró en erupción, situado a solo 60 kilómetros de Reikiavik, la capital de Islandia.
La erupción se produjo a lo largo de una grieta de 4 kilómetros de largo, sin formar el típico cono volcánico, sino más bien una fisura en el suelo por la que salía la lava. La lava se extendía rápidamente, creando capas planas al enfriarse.
La actividad sísmica cerca de la erupción se redujo en las horas posteriores, lo que, de momento, descartó la cancelación de vuelos internacionales. Esto también se debió al tipo de erupción, que fue catalogada como efusiva, con una lava muy líquida y poca ceniza, según el geólogo y divulgador Nahúm Méndez Chazarra.
Antes de la erupción, la Organización Internacional Marítima de Naciones Unidas detectó al menos 258 seísmos en tres horas, y al menos 450 temblores en 24 horas. Ante la previsión de la actividad sísmica, las autoridades habían evacuado a los casi 4.000 habitantes de Grindavik el mes pasado, y habían cerrado el spa turístico Blue Lagoon, que está cerca.
A pesar de los numerosos temblores que se habían registrado en el último mes, la erupción no se produjo de forma inmediata. Méndez Chazarra indica que la explicación de este fenómeno se sabrá con el tiempo, cuando los científicos hayan recogido y analizado todos los datos disponibles. Además, aunque el sistema parecía calmado, el terreno seguía deformándose, y se producían enjambres sísmicos, lo que hizo que las autoridades mantuvieran el nivel de alerta en algunas zonas.
La profundidad de los terremotos es un factor clave para el seguimiento, ya que muestra la dirección del movimiento del magma y las zonas donde podría acumularse. En las dos horas anteriores a la erupción del martes, se sintieron varios temblores en los cien metros más cercanos a la superficie.
Por suerte, la erupción en el suroeste de Islandia se estabilizó unas horas después de empezar. La localización, en el sur de la isla, ayuda a disminuir el riesgo, ya que una erupción en las zonas heladas del norte podría haber sido más peligrosa. Las autoridades islandesas comunican que la erupción se debilitó cuatro horas después de empezar, y aunque la mayoría de los parámetros se están cumpliendo según lo previsto, el Instituto Meteorológico de Islandia alerta sobre la posibilidad de que se abran nuevos puntos de salida de magma a lo largo de la grieta original.
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