Entre los tesoros de Australia hay una joya que quita el sentido. La selva tropical de Daintree es un sitio único en el mundo, por su tradición, por su belleza y por tratarse de uno de los lugares más hostiles del planeta. Ubicado en el norte del Estado de Queensland, los 135 millones de años de antigüedad (algunas estimaciones hablan de 180 millones de años) de este bosque pluvial no pesan, sino que ennoblecen. Es más longevo que el Amazonas aunque con una superficie menor (1.200 kilómetros cuadrados) y cuenta con un ecosistema privilegiado, plagado de especies sin par. Su vegetación desemboca en playas paradisiacas y los manglares adornan la postal mientras se bañan en arena blanca antes de besar el mar. En línea recta, en la profundidad del mar, se encuentra la Gran Barrera de Coral. Si por separado ambos biotipos ya son majestuosos, juntos encarnan la prodigiosidad total de la naturaleza. Es el único lugar del mundo con dos maravillas listadas como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
La selva tropical de Daintree es el último gran reducto de la Australia selvática y húmeda que ha formado parte de su idiosincrasia durante millones de años. Antes de que las condiciones del país se volvieran más secas, los bosques pluviales cubrían gran parte del entorno. En la actualidad, estos han quedado reducidos principalmente a la costa este tropical. Daintree cuenta con un valor de conservación tal, que quien lo visita se sumerge en un viaje en el tiempo y es testigo de la evolución casi total de la vida vegetal de la Tierra. Hay al menos 12 especies de plantas primitivas y otras muchas tan antiguas que ya no existen en otros lugares, son los “dinosaurios verdes”, miembros de una flora perdida más allá de esta selva casi intacta.
Una de sus reliquias florales es el ‘idiospermum australiense’, más conocida como la fruta idiota. Esta especie ha estado en su hábitat durante más de 110 millones de años y las flores actuales con casi idénticas a los registros fósiles de aquella época. Gracias a su descubrimiento en 1970, se comenzó a entender realmente la excelsa antigüedad de esta selva y la dimensión de su historia botánica. También se pueden ver multitud de epifitas, plantas que sobreviven sin raíces en el suelo y capaces de atrapar nutrientes y almacenar su propia agua. De los 40 tipos de helechos que hay en Daintree, se encuentra el denominado como canasta, que crea su propio ecosistema con multitud de formas de vida. Algunas ranas ni bajan de sus hojas en toda su existencia.
Entre las cientos de miles de especies vegetales se encuentran algunos de los árboles tropicales más altos del mundo, como el Bull Kauri, una especie de conífera que puede alcanzar los 50 metros de altura y los 2,7 metros de diámetro. Otros de los que más se ven son los manglares. Estos árboles protegen la fauna de la región costera de los daños del océano y, al mismo tiempo, evitan que los contaminantes de la tierra sean arrastrados al mar. Gracias a los manglares, la fauna terrestre y la marina pueden coexistir en armonía en Daintree. Además, también proporcionan alimento y refugio fundamental para la cría de especies marinas, de aves y de mamíferos. Los aborígenes australianos del Daintree han utilizado los manglares durante más de 60.000 años en la medicina tradicional y como fuente de alimentos (frutos y animales que se protegen entre sus protuberantes raíces) y han usado su madera para fabricar canoas, remos e incluso armas.
La tribu kuku yalanji son los pobladores originales de la selva tropical de Daintree. Históricamente ha estado compuesta por 18 grupos tribales que vivían en pequeños campamentos apostados en riachuelos. Muchos lugares de este bosque pluvial tienen un fuerte componente espiritual. Hasta que el río Daintree no fue descubierto por los colonos europeos en 1873, el entorno era el hogar donde estos indígenas vivieron con libertad y subsistieron durante milenios gracias a la enorme variedad de flora y fauna. Aprovechaban los ciclos climáticos para alimentarse de hierbas, de huevos de aves como la ‘jarruka’, de pavos, de mamíferos etc.
Una de las razones por las que los colonizadores europeos y chinos se asentaron en la región de Daintree fue porque entre los atractivos recursos minerales de la zona, también había oro, y con ello, su fiebre. De hecho, el nombre de este emplazamiento mágico hace honor a Richard Daintree, un geólogo británico que descubrió yacimientos de oro y carbón para que fueran explotados en el futuro. También fue un fotógrafo pionero en captar una visión de la vida de los primeros colonos durante sus viajes. El escocés, George Elphinstone descubrió el caudaloso río y le puso el nombre de Daintree inspirado en él. En ese momento la selva -que recibí el apelativo aborigen de Julaymba- comenzó a perder parte de su identidad.
Entre las especies animales que cohabitan en la selva se encuentra el 65 por ciento de todas las especies de murciélagos y mariposas de Australia, el 28 por ciento de las ranas, el 40 por ciento de las aves y el 34 por ciento de los mamíferos. También hay más de 12.000 tipos de insectos y más de 200 especies de caracoles terrestres. Una de las especies más curiosas es el casuario meridional, un ave no voladora tan atractiva como letal. Se trata de uno de los animales más peligrosos del mundo por su agresividad cuando se sienten amenazados y por sus afiladas garras con forma de lanza que poner en uso con facilidad.
Los canguros ratas, que tienen rasgos de zarigüeya, son unos de los marsupiales más pequeños que existen; también hay dos tipo de canguros arborícolas: el de Bennett y el de Lumholtz. Dragones del bosque de Boyd, martín pescador del paraíso, zarigüeyas de cola anillada… son tantos los atractivos animales que el documentalista, David Attenborough, ha llegado a decir que el Daintree es “el lugar más extraordinario de la Tierra”.
Cada año, 400.000 visitantes suelen acceder a la selva cruzando el río Daintree en coche. La ruta desde ese punto es muy sencilla, ya que tan solo hay una carretera a través de la cual se pueden explorar todos los rincones de este emplazamiento único. Los alojamientos para los turistas son asequibles en general y las actividades son numerosas para entender los secretos de Daintree.
Hay varios programas de protección de la selva tropical que se concentran en preservarlo de las mayores amenazas. El cambio climático es la primera en la lista, ya que está reduciendo el hábitat de animales vertebrados que ya se están viendo afectados por el calentamiento global y la reducción de las lluvias. Algunas de las predicciones más pesimistas es que de subir la temperatura un grado, al menos siete especies de ranas, cinco de mamíferos, tres de aves y tres de eslizones perderían más de la mitad de su hábitat. El desarrollo residencial rural que propicia la tala de árboles, las malas hierbas que compiten con las hierbas nativas o especies animales asilvestradas que depredan a las autóctonas son otras de las amenazas del bosque pluvial.