Los talibanes han anunciado la liberación de una mujer que ha permanecido encerrada durante 25 años en un habitáculo sin luz y con una única ventana en la capital de Afganistán, Kabul. También han informado de la detención de varios familiares. La víctima había sido encerrada por su hermano y fue identificada por la 10ª División de Seguridad de la Policía de la zona.
"Todas las vías de llegada a la misma estaban bloqueadas, salvo por una pequeña ventana", así lo ha explicado el Ministerio del Interior afgano en un tuit en la red social X. "La mujer pasó 25 años de su juventud encerrada por su hermano en una sala oscura", ha asegurado el portavoz del Ministerio del Interior afgano, Abdulmatin Qani.
La Policía afgana ha subrayado que la mujer estuvo encerrada por separarse de su primer marido, a lo que se le sumaron las actividades criminales por parte de su hermano y una pelea por la herencia, así lo ha recogido la agencia alemana DPA.
El portavoz del Ministerio del Interior afgano, Abdulmatin Qani, ha indicado que la mujer "se siente insegura y tiene miedo cuando ve a otras personas”. En el vídeo publicado por los talibanes se ha observado que la víctima estuvo viviendo rodeada de montañas de basura y restos de comida. Ahora se encuentra ingresada en un hospital de Kabul.
Con la llegada de los talibanes en agosto de 2021, las libertades de las mujeres han sido limitadas y la imagen de progreso y cambio social se han paralizado. La participación pública, la educación, la libertad de movimiento y el espacio político y laboral se han convertido en espacios donde ellas no pueden estar implicadas.
Según Amnistía Internacional, existen 10 restricciones que las afganas no pueden hacer desde hace dos años: ir al colegio o a la universidad, tener un empleo fuera del hogar, vestir como quieran (tienen una normativa extrema que las obliga a ir tapadas desde la cabeza hasta los pies), ir a salones de belleza, salir de casa sin ir acompañada de un hombre, practicar deporte, subir a un autobús con hombres, elegir con quien casarse, ser vistas a través de la ventanas de sus casas y protestar. El incumplimiento de estas prohibiciones puede tener graves consecuencias como ser apedreadas, vejadas, sufrir palizas e incluso descargas eléctricas.