Claves de una relación estratégica e impopular: por qué Israel cede y reconoce la soberanía marroquí sobre el Sáhara
Dos semanas después de condicionar dicho reconocimiento a que Marruecos reuniera a los países árabes que reconocen a Israel y a Estados Unidos, Netanyahu ha dado el paso definitivo con una carta a Mohamed VI
Israel se convierte en el segundo país, después de Estados Unidos, en asumir la ‘marroquinidad’ de la antigua colonia española
Era cuestión de tiempo, y en la tarde de ayer, prácticamente a la misma hora en que el Gabinete Real marroquí hizo pública la carta de Sánchez a Mohamed VI el ya histórico 18 de marzo de 2022, y de una manera casi calcada, la agencia marroquí oficial de noticias, la MAP, anunció en una breve nota que el soberano alauita había recibido una misiva del primer ministro Benjamín Netanyahu en la que este “señala la decisión del Estado de Israel de reconocer la soberanía de Marruecos sobre el territorio del Sáhara Occidental”. En Jerusalén, entretanto, no se producía ningún anuncio oficial.
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En su misiva a Mohamed VI, y según el comunicado del Palacio Real marroquí, Netanyahu se compromete a que la decisión de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara “se refleje en todos los actos y documentos pertinentes del Gobierno israelí”. Además, el jefe del Gobierno israelí avanza que la determinación “será trasmitida a las Naciones Unidas, a las organizaciones regionales e internacionales de las que Israel es miembro, y a todos los países con los que Israel mantiene relaciones diplomáticas”, según el comunicado del Gabinete Real marroquí difundido por la agencia Maghreb Arabe Presse (MAP).
De esta manera, el veterano primer ministro –que mientras se hacía pública la noticia recibía atención médica en un hospital de su país- hace énfasis en elevar al máximo nivel el citado reconocimiento y convertirlo en una decisión de Estado. No en vano, distintas autoridades israelíes habían expresado en los dos últimos años su respaldo a las posiciones de Rabat en el conflicto sobre la soberanía de la ex colonia española, la última vez, el pasado 9 de junio, el presidente de la Knéset, Amir Ohana, en la propia capital marroquí. Aunque el apoyo israelí nunca se manifestó en los términos en que lo ha hecho esta vez Netanyahu.
La carta del primer ministro de Israel trasciende dos semanas exactas después de haber anunciado por medio del ministro de Exteriores de su gobierno, Eli Cohen, que la decisión que se produjo definitivamente en la tarde de ayer estaba condicionada a que Marruecos acogiera en su territorio la segunda cita del conocido informalmente como “foro del Néguev”; un encuentro inaugurado con una reunión celebrada en el desierto israelí homónimo en marzo del año pasado entre los ministros de Exteriores de los países árabes que mantienen relaciones diplomáticas con Tel Aviv –incluidos los firmantes de los Acuerdos de Abraham- más Estados Unidos y el propio Israel.
Pero Marruecos mantuvo un llamativo silencio tras las declaraciones del jefe de la diplomacia israelí que sólo rompió ayer a través del citado comunicado del Gabinete Real. Al final del mismo, Netanyahu anuncia además que Israel “examina positivamente la apertura de un Consulado en la ciudad de Dajla” -la antigua Villa Cisneros del Sáhara Español-, “en el marco de la concretización de esta decisión de Estado” (sic). Entretanto, la apertura del prometido Consulado de Estados Unidos en la citada ciudad sigue pendiente.
Además, en la misma jornada, Israel desvelaba el nombramiento del coronel Sharon Itach como su primer agregado militar en Marruecos. Itach, de origen marroquí, dirige el comando central del Ejército en el distrito de Haifa. En noviembre de 2021 Rabat y Tel Aviv habían firmado el primer acuerdo en materia de Defensa en la historia de las relaciones entre los países árabes e Israel.
El histórico anuncio se produce justo el día en que expira el protocolo pesquero entre Marruecos y la UE sin que se vislumbre en el horizonte cercano la posibilidad de su renovación. Antes de que concluya 2023 la Corte de Justicia de la UE debe pronunciarse definitivamente sobre la legalidad del acuerdo de pesca, después de que el Tribunal General lo tumbara en septiembre de 2021 por incluir las aguas del Sáhara Occidental, que Naciones Unidas considera territorio no autónomo y, por ende, pendiente de descolonización.
La pelota, en el tejado de Rabat
Con la decisión de reconocer la soberanía marroquí del Sáhara sin, por el momento, contrapartidas, Israel lanza la pelota al tejado de Rabat. Tel Aviv espera que, como había anunciado a comienzos de año, las autoridades marroquíes acaben acogiendo en las próximas fechas el segundo encuentro del informalmente conocido como “foro del Néguev”. Además, las autoridades israelíes confían en que con el histórico paso de ayer Marruecos se avenga finalmente a elevar la representación diplomática israelí en Rabat de oficina de enlace a embajada, el gran deseo de Tel Aviv desde hace mucho tiempo.
No será fácil: la presión de las sociedades árabes contra una mayor asociación con Israel aumenta en un año marcado por las operaciones militares israelíes en Cisjordania y por niveles récord de muertos y heridos. También es el caso de Marruecos, donde un estudio de opinión elaborado a comienzos de este año –por tanto dos años después del restablecimiento de relaciones diplomáticas- arrojaba el contundente dato de que el 64% de la población del país magrebí era contraria al proceso de normalización con el Estado judío.
A falta de reacciones oficiales por parte de las grandes potencias regionales e internacionales, las miradas se ponen ahora en Argel, archienemigo y vecino de la monarquía marroquí. El restablecimiento, en diciembre de 2020, de las relaciones entre Marruecos e Israel y la asociación bilateral que ambos países desplegaron sin complejos desde entonces quebró los precarios equilibrios diplomáticos entre las dos potencias del Magreb.
Pronto, dentro de apenas un mes, se cumplirán dos años de que Argel rompió relaciones diplomáticas con Rabat antes de cerrar uno de los gasoductos que transportaban en hidrocarburo a España para castigar a sus vecinos. La decisión de Netanyahu ayer no ayudará a resolver el conflicto saharaui, pero supone un importante respaldo para Marruecos que tendrá que saber gestionar y elevará, sin duda, aún más la temperatura en el ya extremo estío del desierto magrebí.