Los talibanes han cerrado las puertas de la universidades y las posibilidades de hacer deporte a las mujeres en Afganistán; también las peluquerías y los salones de belleza, la última restricción del régimen que quiere invisibilizarlas. A ellas, bajos sus velos y pañuelos solo les ha quedado la talla de madera, el último refugio contra la depresión.
Los talibanes ordenaron el cierre de los salones de belleza y peluquerías en Afganistán, la más reciente restricción que sufren las mujeres, que ahora buscan consuelo tallando madera.
Muchas mujeres se reúnen en un taller que emplea, exclusivamente, al trabajadoras. Allí muchas de ellas logran encontrarle un sentido a su vida, interactuar entre ellas, compartir en un espacio, probablemente de los pocos que le quedan a las mujeres en Afganistán fuera del ámbito doméstico.
“Buscamos una alternativa para luchar contra la depresión", dice una de estas mujeres que pasa sus días entre cinceles y trozos de madera, pero también rodeada de compañeras que viven como ella, al margen de la sociedad.
La talla de madera en un arte antiguo en Afganistán y ahora, la única fuente de ingresos legal que tienen las mujeres. Todas ellas temen perder la oportunidad de realizar este trabajo y piden a los talibanes que mantengan en funcionamiento este centro, ante el riesgo de que los cierren, tal y como han hecho con los centros educativos y otros espacios abiertos.
“Solo esperamos que este taller siga funcionando", clama una de estas trabajadoras que esculpe figuras en la madera y que quiere seguir haciéndolo. Temen que hasta este pequeño espacio lleguen las fuertes medidas restrictivas del régimen talibán, que tanto revuelo internacional han provocado y han aumentado el aislamiento del país.