¿Qué son las bombas de racimo con las que EEUU y Rusia se amenazan en la guerra de Ucrania?

La guerra de Ucrania se adentra en un nuevo peligro protagonizado por el anuncio del envío de bombas de racimo al frente de combate por parte de Estados Unidos y Rusia. No es la primera vez que se usa este tipo de proyectiles en este enfrentamiento. La ONG Human Rights Watch (HRW) confirmó en febrero que las tropas rusas habían utilizado este tipo de munición sobre la población civil de Járkov el día 28 de ese mes.

La diferencia ahora es que el empleo de estas armas prohibidas se hace de forma oficial. El ministro de Defensa de Rusia, Sergei Shoigu, ha anunciado este martes que las Fuerzas Armadas rusas podrían llegar a emplear bombas de racimo en Ucrania si se certifica el envío de este tipo de munición por parte de Estados Unidos al Ejército ucraniano.

Rusia afirma no haber usado hasta el momento bombas de racimo en Ucrania

Shoigu asegura que las Fuerzas Armadas rusas hasta ahora se han abstenido de hacer uso de este tipo de munición durante la guerra en Ucrania, pero ha advertido de si finalmente Ucrania dispone de estas capacidades, Moscú se verá "obligada a utilizar armas similares".

"Rusia está armada con toda la gama de municiones de racimo, y son mucho más efectivas que las estadounidenses", ha manifestado el ministro Shoigu, según recoge la agencia rusa de noticias TASS.

La Administración Joe Biden anunció la semana pasada el envío de este tipo de municiones, una decisión duramente criticada desde Rusia y que también entre los aliados occidentales ha encontrado rechazo, como en el caso de Reino Unido.

Desde Rusia, se han sucedido los reproches a la decisión de Estados Unidos, e incluso han llegado a denunciar que, si finalmente se entrega este tipo de capacidades bélicas a Ucrania, Washington estaría cometiendo un crimen de guerra debido al impacto que la munición de racimo tiene en la población civil.

Qué son las bombas de racimo y cómo funcionan?

Las bombas de racimo son proyectiles huecos, que tras ser lanzados, por tierra o aire, se abren y liberan centenares de pequeñas bombas o submuniciones, que son especialmente dañinas. Por su alta carga explosiva, pueden llegar a perforar vehículos blindados, matar o herir a muchas personas de manera indiscriminada con sus fragmentos de metralla o producir incendios.

El alcance de las bombas de racimo es tan amplio que pueden llegar a cubrir grandes áreas como las equiparables a varios campos de fútbol. En el ataque perpetrado hoy sobre Mykolaiv con bombas de racimo, según fuentes ucranianas, se ha afectado a una área muy amplia que abarca desde zonas residenciales, dos hospitales, un orfanato, un centro de formación profesional, once guarderías y 12 escuelas.

Las submuniciones esparcidas tienen una tasa de fallo de entre el 5% y 30%, por lo que pueden quedar bombas enterradas sin explotar siendo muy peligrosas tiempo después de que la guerra haya finalizado. No solo para las personas, si no para aspectos sociales y económicos, como la imposibilidad de cultivar la tierra. Las bombas de racimo sin estallar recuerdan a las minas antipersonas.

El uso de bombas de racimo, crimen de guerra

El uso de este tipo de armas de manera indiscriminada contra la población civil puede considerarse crimen de guerra, es decir una violación grave de los derechos humanos. De confirmarse se sumaría a la atrocidad cometida, según fuentes internacionales a la vista de las imágenes, en la ciudad de Bucha, donde los civiles han sido torturados y asesinados para después abandonar sus cadáveres en una ciudad completamente destruida.

Son muchos los países que han utilizado estas bombas en conflictos armados. Rusia, en Chechenia y Ucrania, Reino Unido, en Kosovo e Irak, o Estados Unidos, en Afganistán, entre otros. En el año 2008, diversos países, entre ellos España, firmaron un tratado internacional para restringir el uso de este tipo de bombas, al igual que las minas antipersona. Ni Rusia ni Ucrania aparecen entre los estados firmantes.