El Kuomintang se posiciona como la alternativa para la paz en Taiwán

  • El portavoz de la segunda formación política taiwanesa recibe a NIUS a seis meses de unas elecciones presidenciales clave

  • Los otrora enemigos del Partido Comunista Chino abren una vía de comunicación con Pekín para “garantizar la seguridad”

  • El KMT aboga por el status quo en ambos lados del estrecho y que China abandone las hostilidades militares pero, ¿a qué precio?

Alfred Lin ultima una nota de prensa desde su oficina en la sede del Kuomintang (KMT) en Taipéi. El portavoz de la que a día de hoy es la segunda fuerza política de Taiwán teclea a toda prisa sumido en un mar de libros, de papeles y de trastos. En su escritorio no cabe un alfiler. Frente a él descansa erguida una chaqueta maoísta que perteneció a Sun Yat-sen, fundador del partido, primer presidente de la República y padre de la China moderna tanto para el Partido Comunista (PCCh) como en el de sus otrora enemigos del KMT. Se trata de un símbolo nacional que representa la complejidad de las identidades china y taiwanesa: unidas por el acervo cultural y resquebrajadas por dos maneras de percibir la realidad. La prenda escava en lo más hondo de la tradición china y ha sido usada por comunistas y nacionalistas con idéntico orgullo. En la oficina también hay colgado un mapa en el que se identifica al gigante asiático como la República de China. Nada de ‘Popular’. Taiwán figura como una provincia más. 

Tanto la chaqueta como la carta esbozan el ambicioso deseo del KMT: que China tenga soberanía popular, liberal y multipartidista. El concepto de que Taiwán forme parte de una China democrática prima sobre la idea de que la isla sea un país independiente. “Esperamos que la gente de la China continental pueda disfrutar de la misma libertad democrática que tenemos en Taiwán”, sostiene Lin. “No hemos renunciado a que haya una democracia liberal allí, tampoco a lo escrito en la Constitución de la República de China o a nuestra soberanía sobre China continental”. 

Precedentes contradictorios

La quimera de implantar la democracia en la segunda potencia mundial sirve para mantener vivo un idealismo que tiene varios signos de interrogación: ¿con qué legitimidad puede hablar de pluralismo el KMT del dictador Chiang-Kai-shek, gobernante amparado por la ley marcial desde 1949 hasta más allá de su muerte en 1975? ¿Qué credibilidad tiene el bando que luchó contra el comunismo en la guerra civil, torturó a sospechosos de serlo en Taiwán y que ahora está dispuesto a estrechar lazos con el PCCh? El portavoz del KMT intenta disipar las dudas y las aparentes contradicciones. 

Sobre el primer interrogante, Lin reconoce que no debería repetirse el gobierno dictatorial en el que Taiwán estuvo sumido durante cuatro décadas y que en la actualidad la democracia es uno de los valores innegociables del KMT. Y añade: “el año pasado, el bisnieto de Chiang Kai-shek fue elegido alcalde de Taipei. Si los taiwaneses realmente se sienten incómodos con Chiang Kai-shek y su familia o su legado, ¿cómo es que Chiang Wan-an tuvo la oportunidad de ser elegido?”, defiende. 

El KMT salió fortalecido en las elecciones locales de diciembre de 2022 tras llevarse el 50 por ciento de los votos totales y el 61 por ciento de las alcaldías. El que su victoria a nivel local se repita en la esfera nacional se despejará en enero de 2024, cuando se celebren las elecciones presidenciales. Desde los primeros comicios de 1990 tras los gobiernos autoritarios de Chiang Kai-shek y de su hijo, Chiang King-kuo (1978-1988), las urnas han querido que el KMT y el Partido Progresista Democrático (DPP) de la presidenta Tsai Ing-wen -segundo mandato en el Gobierno- se hayan alternado el poder cada dos legislaturas. 

“La gente siente más inseguridad ahora”

El mensaje electoral de cara a los próximos comicios de la formación nacionalista contesta al segundo interrogante: ¿acaso no es contradictorio que aquellos que se batieron en duelo y que representan dos sistemas antagónicos se den ahora la mano? La postura del KMT es que no, por una cuestión práctica y de seguridad. Se presentan como la única alternativa capaz de amortiguar e incluso disipar la escalada militar de Pekín. 

“La gente siente más inseguridad ahora”, explica Lin, “nuestra relación con China continental es cada vez más peligrosa y más tensa que antes. Nuestro objetivo es hacer que Taiwán sea un lugar seguro de nuevo, que haya estabilidad en la región y que se restablezca el diálogo con la China continental”, argumenta. “Usamos las dos des: defensa y diálogo. Protegemos la seguridad nacional de Taiwán y también queremos diálogo con Pekín y con la sociedad internacional. Tampoco aceptamos la idea de ‘un país, dos sistemas”, esgrime sin olvidar que “es nuestro derecho dar la bienvenida a nuestros amigos del extranjero a Taiwán”, refiriéndose a viajes como el de Nancy Pelosi hace un año, que recibió una agresiva respuesta de músculo militar por parte de China.

En corto: el planteamiento del KMT es continuar con las políticas actuales, con la defensa del status quo y como valedores del Estado de facto pero sin hacer revolotear las malas pulgas de Pekín. Se niegan a ceder la soberanía a cambio de la seguridad o del diálogo. No queda claro cómo se camelarán al PCCh o cuál sería el precio a pagar. Lo innegable es que el acercamiento al PCCh es un hecho. Mientras, en abril, Tsai Ing-wen visitaba en California al portavoz de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Kevin McCarthy, el expresidente taiwanés, Ma Ying-jeou, viajaba a China para subrayar que ambas partes del estrecho comparten la misma etnia -evitó hablar de nacionalidad-. El gigante asiático percibe al DPP como separatistas mientras se arrima al KMT de cara a la presidenciales como dos hermanos peleados que en el fondo se quieren y, sobre todo, se necesitan.  

“Referendo entre la paz y la guerra”

La perspectiva nacionalista es que las elecciones supondrán “un referendo entre la paz y la guerra”, y ellos se posicionan estratégicamente en el lado de la paz. Critican al DPP por centrarse en “la fuerza y la defensa”, algo que, según Lin, “sólo sirve para provocar a Pekín”. Otro de los mensajes que envía el KMT es que a pesar de las diferencias y de seguir compitiendo ideológicamente, ha habido momentos en la historia en que nacionalistas y comunistas se han visto obligados a remar juntos. El portavoz de la formación política pone el ejemplo de la lucha conjunta en el conflicto sino-japonés durante la Segunda Guerra Mundial, la apertura durante el gobierno de Deng Xiaoping, que “intentó hacer de China continental un país que no fuera puramente comunista y más abierto al mundo”, explica. Aquello sirvió para que Taipéi y Pekín volvieran a tener contacto entre ellos. También recuerda cuando “la generación de nuestros padres decidieron poner la disputa a un lado y se centraron en promover la cultura y el intercambio económico hace 30 años”. 

Concretamente, este último punto ha servido, según el portavoz, para lograr el status quo actual que ansían la gran mayoría de los taiwaneses: mantener su soberanía y la “libertad de expresión” mientras siguen creciendo económicamente junto a China continental. La sociedad entre Pekín y Taipéi es crucial en el intercambio mercantil: la potencia mundial es el mayor socio comercial de Taiwán y supone un 25 por ciento de sus exportaciones y alrededor de un 20 por ciento de sus importaciones. Romper esa balanza sería catastrófico para la antigua Formosa y un gran dolor de cabeza para sus vecinos del oeste, especialmente en el sector de los semiconductores. 

Defensa “a muerte” de KMT y DPP

“Tenemos un mejor canal de diálogo con Pekín. No somos pro Pekín, pero podemos gestionar mejor nuestras relaciones con China continental”, insiste mientras le manda un mensaje a Filipinas, Malasia, Singapur, Japón y otros países de las zonas que el PCCh reclama como suyas en el Mar de China Meridional. “Chicos, no necesitan preocuparse de que nos convirtamos en la próxima Ucrania. Crearemos una situación regional más estable”. 

Y en caso contrario, de todo “menos miedo”, confiesa el portavoz del KMT. Lin es uno de los alrededor de un millón y medio de reservistas que tiene Taiwán. “Si hubiera una invasión, yo sería el primero en ir al frente. No tengo miedo pero sí estoy preocupado. Estoy listo para luchar. Si se atreven a invadirnos, estaremos preparados para defendernos. Da igual si somos del KMT o del DPP, defenderemos a muerte nuestro modo de vida”, sentencia.

Las encuestas más recientes elaboradas entre mayo y junio de cara a las elecciones del 13 de enero de 2024 dan la mayoría de los votos al nuevo candidato del DPP, Lai Ching-te. El último sondeo, elaborado por Formosa, da un 36 por ciento al actual Gobierno y un 17 por ciento al KMT de Hou Yu-ih, actual alcalde de la ciudad de Nueva Taipéi. En todas las consultas, los nacionalistas son la tercera fuerza política más votada. La clave estará en el Partido Popular de Taiwán, de corte centrista y con una intención de voto del 28 por ciento, que subiría como la segunda opción con más seguimiento. Según los analistas, es probable que pacte con el DPP.