Su gorrito rojo, su mochila color crema de marca, su anorak, su bolsa con algo de comida y su silencio con el carnet diplomático en el bolsillo. Así abrió y cerró este misterioso individuo la verja candada del desolado solar donde se supone que debería haberse erigido la nueva embajada de Rusia en Canberra. La capital de Australia apenas ha tenido mínimas de 3 grados centígrados durante los últimos nueve días que ha pasado el último ruso en pié al fresco de este terreno que, por orden del Parlamento australiano, ya no albergará a la delegación de Moscú. Este acto de cabezonería para algunos y de patriotismo para otros ha llegado a su fin este lunes, cuando el tipo y su supuesta inmunidad se han subido en un coche oficial para sacarlo de allí pitando. Literal.
La salida del diplomático, quien también ha sido tildado por un abogado de guarda de seguridad, se debe a que el Tribunal Supremo había rechazado poco antes el intento de Rusia de conservar el solar donde tenía previsto construir su nueva embajada. El recurso de amparo desestimado fue la respuesta rusa a la orden del Gobierno australiano -aprobada de urgencia en el Parlamento el 15 de junio- de cancelar el contrato de arrendamiento por motivos de seguridad. ¿La razón? Que había alto riesgo de espionaje al encontrarse el terreno a tan solo 400 metros de la Cámara Baja, mientras que la actual está más alejada. La recomendación llegó de los servicios de inteligencia australianos.
El juez no ha encontrado “fundamento adecuado para la medida cautelar” que ha solicitado Moscú e incluso ha calificado la argumentación de la impugnación como “débil” y “difícil de entender”. Los poco más de cinco millones de euros que Rusia dice haberse gastado en la lenta construcción del edificio -aprobado en 2011, tres años después de adquirir el contrato- no han servido para revertir la situación.
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, quien la semana pasada añadió algo de humor a la situación al afirmar que “un tipo de pie, al frío, sobre un poco de hierba en Canberra no es una amenaza para nuestra seguridad nacional”, comentó tras el fallo del tribunal que “no hay base legal para que continúe la presencia rusa” y que “espera” que la Moscú actúe “de acuerdo con la sentencia”. Además, añadió en relación a la invasión de Ucrania que “Australia apoya la ley. Rusia no ha sido muy buena a la hora de defender la ley en los últimos tiempos”.
Esta disputa ha sido interpretada por muchos como una prueba más de las malas relaciones que existen actualmente entre Moscú y Canberra. Los desplantes mutuos son constantes e incluso el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha tildado la medida de Australia como una muestra de “histeria rusófoba” que “impera en Occidente”. Uno de los últimos episodios de confrontación entre ambos países se vivió el 13 de junio con motivo de la destrucción de la presa de Kajovka a comienzos de mes. Rusia defendió que no fue la responsable del boicot.
“Los principales medios de comunicación australianos son conocidos por acoger y traducir cualquier propaganda de Ucrania”, reza el comunicado que en el que también se lee que apuntar a Moscú como responsable es “un insulto a las facultades mentales del público”.
Australia es uno de los países fuera de la OTAN que más están apoyando a Kiev. De hecho, este lunes, Albanese anunció un paquete adicional de 67 millones de euros que incluye el envío de 70 vehículos militares y 28 blindados M113 para el transporte de tropas. También se ha aprobado el envío de munición y de seis millones de euros en ayuda humanitaria. Desde el comienzo de la invasión a Ucrania, Canberra ha contribuido con casi 500 millones de euros. Los productos ucranianos importados al país oceánico tienen acceso libre de impuestos y el primer ministro confirmó este lunes que el acuerdo se extenderá un año más.
Además, durante la guerra ha prohibido importaciones a Rusia y ha sancionado a alrededor de un millar de personas y empresas rusas. “Este apoyo adicional marcará una diferencia real. Ayudará al pueblo ucraniano, que sigue mostrando un gran coraje frente a la guerra ilegal, no provocada e inmoral de Rusia”, afirmó Albanese, quien reconoció que las medidas han sido adoptadas con independencia del conato de golpe de Estado de este fin de semana en Rusia. “Llevamos un tiempo trabajando en ellas”, declaró.