Primera mujer reservista de Taiwán: “China quiere sembrar el pánico”
Cony Lin es una de las 23 mujeres que participaron en mayo en el primer entrenamiento para formar parte de la reserva
Teme que Pekín invada la tierra donde nació y no cree que EEUU ayude de forma directa en caso de una invasión
Taipéi también ha incrementado el presupuesto en Defensa y extendido el servicio militar obligatorio de cuatro meses a un año
Son las ocho de la mañana en la ciudad portuaria de Kaohsiung, ubicada al sur de la isla de Taiwán. En el momento del encuentro con NIUS, Cony Lin está a pocos días de cumplir 30 años de edad. Sale de uno de los portales de viviendas que están flanqueados por comercios todavía cerrados; al frente descansan aparcadas decenas de motocicletas. El constante tráfico, menos intenso que en Taipéi, compone la banda sonora de una mañana soleada, pegajosa y ventosa. Antes de invitarnos a su casa, la acompañamos a recoger un café para llevar que ya está listo en su establecimiento de siempre. Nos cuenta que, a las puertas de la treintena, tiene sentimientos encontrados. Entre todos ellos resalta su entusiasmo, el mismo que muestra cuando, una vez dentro de su vivienda, nos descubre cuál fue su motivación para ser una de las 23 reservistas que han formado parte del primer entrenamiento para mujeres de la historia de Taiwán.
“Creo que todas las mujeres en Taiwán deberían recibir este tipo de entrenamiento militar porque la situación no es siempre pacífica”, expone con convicción. Va más allá: “no entiendo por qué el servicio militar no es obligatorio en mujeres. La condición física con los hombres no es tan diferente”.
Una de las medidas que el Gobierno taiwanés ha tomado ante la inestabilidad con China es aceptar a las mujeres en la reserva -se espera que se animen alrededor de 200- para hacer frente a una potencial invasión de Pekín, que considera a Taiwán como parte de su territorio. En la actualidad, hay 190.000 militares en activo que están respaldados por más de un millón y medio de reservistas, la gran mayoría, hombres. Además, el servicio militar obligatorio se ha ampliado de cuatro meses a un año y el presupuesto en Defensa ha aumentado un 30 por ciento. Todo ello forma parte de un nuevo “plan de reajuste de fuerzas” anunciado en diciembre del año pasado para hacer frente a unas Fuerzas Armadas chinas que cuentan con dos millones de efectivos y que lleva varios años modernizando su Ejército Popular de Liberación.
“Tengo miedo cuando pienso en la posibilidad de un conflicto. Temo que la tierra donde he nacido pueda ser invadida. Creo que China quiere sembrar pánico en la ciudadanía taiwanesa. Entonces, nuestras Fuerzas Militares llevarían a cabo algunas acciones. Lo primero que haría China sería bloquearnos económicamente y eso tendría graves consecuencias para nosotros”, asegura. “En mi opinión, las Fuerzas Armadas taiwanesas no están preparadas para un ataque. Nunca se está completamente preparado para una guerra. Se nota que el Ministerio de Defensa está haciendo esfuerzos para mejorar, pero desde mi experiencia como reservista, todavía queda margen de mejora”, confiesa.
Bajo la mirada de la Guardia Nacional de EEUU
Estar en la reserva es sólo el último capítulo del periplo militar de Cony, que como civil está estudiando un grado en Educación de Género. Anteriormente, pasó dos años en la Academia Militar y sirvió en el Ejército durante seis años como experta en comunicaciones. Decidió alistarse mientras estudiaba en el instituto. Después de ocho años dejó de ser soldado profesional para pasar a la reserva, un paso que es obligatorio para los hombres que abandonan la carrera militar y opcional para las mujeres. En la actualidad tiene el grado de sargento en la reserva gracias a su experiencia previa.
“Elegí ser reservista porque mi país ha invertido mucho en mi formación como soldado. No importa el género que tengamos, debemos servir al país porque tenemos los conocimientos militares”, apunta. Recuerda que miembros de la Guardia Nacional estadounidense observaron el entrenamiento del que formó parte del 15 al 19 de mayo en la ciudad de Tainan, donde se celebraron los ejercicios de la delegación del sur de Taiwán, que constó de nueve mujeres participantes. La del norte se llevó a cabo una semana antes en Taoyuan, donde participaron 14 mujeres, todas ellas con experiencia militar previa. “Creo que EEUU no ayudaría directamente con el envío de soldados a Taiwán, pero creo que sí nos asistirían de otras maneras. Esto lo he aprendido durante mi servicio militar ya que he recibido a muchos militares estadounidenses”, nos cuenta mientras describe las lecciones aprendidas de la guerra en Ucrania. “Desde entonces hay mucha gente alerta, ya que la gente piensa que podría pasar lo mismo en Taiwán. Para mí esto es muy importante porque antes la sociedad civil no era consciente de este problema. Ahora sí lo son y prestan atención a lo que dice el Ministerio de Defensa”, apostilla.
Esa misma noche algunos informativos televisivos abrieron con maniobras que Pekín estaba realizando en el Mar de China Meridional. “Cuando mis compañeros de clase se enteran de las noticias sobre asuntos militares vienen a discutir conmigo y me preguntan mi opinión. En los últimos dos años, la sociedad civil ha empezado a hacerse preguntas sobre la posibilidad de una guerra. Cuando finalicé mi formación profesional hace dos años, no era tan fácil hablar de estos asuntos, ahora lo es y las mujeres o comunidades minoritarias pueden hablar con más conocimiento conmigo”, explica antes de reconocer que siente que en los últimos años su círculo valora mucho el que esté decidida a proteger a su país de un potencial ataque militar de China. “Ven que estoy haciendo esfuerzos constantes. No es normal ver eso en las mujeres taiwanesas”.
Reservista e independentista
Cony Lin se identifica a sí misma como independentista. Su visión de Taiwán es que sea una nación legitimada por la comunidad internacional -en la actualidad sólo 13 países la reconocen-, algo que serviría para que China perdiera “credibilidad” en caso de “intentar invadirnos”. Su optimismo es extremadamente moderado: “aunque lográramos la independencia, China seguiría oprimiendo a Taiwán, pero como parte de la comunidad internacional sería más fácil para Taiwán sobrevivir”.
Según un análisis del Centro de Estudios Electorales de la Universidad Nacional de Chengchi, en 2022, tan sólo un 4,6 por ciento de la población se identificaba como independentista, mientras que un 25,4 por ciento abogaba por mantener el status quo actual con avances hacia el independentismo. La idea de que Taiwán sea independiente es un punto de fricción con China y en la política doméstica taiwanesa, cuyas próximas elecciones serán en enero de 2024. Lo que la gran mayoría de los taiwaneses ansían es estirar el chicle del status quo, es decir, seguir disfrutando de su soberanía de facto sin buscar las cosquillas a Pekín. Nadie quiere la guerra. Cony opta por el “consenso” porque “no podemos hacer las cosas como China, aquí somos democráticos, así que debemos tener un proceso democrático”, sentencia.
Cony nos muestra orgullosa su uniforme, el parche que identifica su rango de sargento y la insignia conmemorativa por haber formado parte del grupo de mujeres participantes en el primer entrenamiento para reservistas. Se trata del lado de su vida que espera no tener que ejercer jamás.