El incendio en Canadá- que oscureció Nueva York- ya ha registrado las emisiones más altas registradas desde hace 21 años, cuando comenzaron los registros en el país norteamericano. El Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS) asegura han sido 160 megatoneladas, lo que equivale al total en un año, de emisiones de carbono en un episodio “que no es inusual” pero que sí “es un claro reflejo” de la intensidad del fuego. El sistema de vigilancia europeo destaca la "importante degradación" en la calidad del aire generada por el humo en toda Norteamérica y que, incluso, ha cruzado el Atlántico. Unas consecuencias que ya se han observado en las costas europeas, como ya se observó en Galicia.
Una situación que ha ocurrido por unas condiciones “ inusualmente secas y temperaturas elevadas" que han afectado a distintas regiones desde la Columbia Británica, Alberta, la provincia del Saskatchewan y los Territorios del Noroeste en el occidente de Canadá, hasta Ontario, Quebec y Nueva Escocia. Unos hechos que han provocado que se declare los incendios en otras zonas del oeste y regiones orientales.
Tras analizar el desplazamiento del humo, la intensidad y las emisiones estimadas de los incendios forestales, advierten que este aumento sí ha afectado a la calidad del aire. Sobre todo con el aumento del fuego en Quebec y en Ontario, que fue lo que provocó el gran desplazamiento del humo a través del Atlántico Norte.
Pero el CAMS destaca que el desplazamiento de humo a larga distancia suele ocurrir a mayor altitud, lo que supone la permanencia por un largo tiempo de los contaminantes en la atmósfera. Esto repercute en el cielo a través de puestas de sol rojizas o anaranjadas pero sin provocar un impacto significativo en la calidad del aire en superficie. Aún así, aseguran que se seguirá de cerca los datos por si ocurre algún cambio.