El otro gran enemigo en el rescate del Titán: las aguas traicioneras del Titanic

El tiempo se acaba para los pasajeros del Titán, que se pueden haber quedado ya sin oxígeno. Los restos del Titanic se encuentran ahora a casi 3,8 km de profundidad y a casi 640 km al sureste de la costa de Terranova en Canadá. En el caso de que el sumergible Titán estuviera atrapado en el mismo Titanic las posibilidades de rescate serían mínimas. Y el hecho de que no lo esté y otros problemas mecánicos hayan provocado alguna falla en el sumergible, la gran corriente de la zona se lo puede llevar más allá de donde se entiende que está hundido. La Guardia Costera americana ya busca en un ratio de 40.000 kilómetros, pero los expertos consideran que hay muchas razones para pensar que los pasajeros pueden estar ya muertos.

Otra realidad es que el fondo en el que descansa el Titanic es otro gran enemigo del Titán. La luz no penetra mucho más allá de 1.000 metros de la superficie, así que la oscuridad en la zona es absoluta. El Titanic se encuentra dentro de una región conocida como la "zona de medianoche". Con esa capacidad de visión limitada, que han confirmado los que han vivido y sobrevivido a la experiencia del Titán, más allá de los pocos metros iluminados por las luces del sumergible, navegar a esta profundidad es un desafío y es fácil desorientarse en el lecho marino.

El sumergible Titán de la compañía OceanGate lleva un sistema de navegación inercial autónomo de última generación que se combina con un sensor acústico conocido como Doppler Velocity Log para estimar la profundidad y la velocidad del vehículo en relación con el fondo del mar. Aun así, los pasajeros a bordo de viajes anteriores al Titanic con OceanGate han descrito lo difícil que es encontrar el camino al llegar al fondo del océano.

Cuanto más profundo se encuentra un objeto en el océano, mayor es la presión del agua a su alrededor. En el lecho marino a 3.800 metros bajo el agua, el Titanic y todo lo que lo rodea soporta presiones de alrededor de 40 MPa, que son 390 veces mayores que las de la superficie. Y a esto se suma que los restos del Titanic provocan corredores de inestabilidad y corrientes marinas que hacen más difícil el rescate.