Las autoridades rusas someten a un nuevo juicio al opositor Alexéi Navalny, quien sobrevivió a un envenenamiento. En la actualidad se encuentra en la cárcel cumpliendo una condena de nueve años y ahora le acusan de actividades extremistas desde prisión contra el régimen de Putin, una imputación que podría costarle decenas de años de cautiverio.
Demacrado, cabizbajo y al límite de sus fuerzas físicas, Navalny resiste a pesar de todo. Su misión parece mantenerlo en pie: demostrar que otra Rusia es posible y hay un camino alternativo.
En su turno de palabra ha subrayado, sin embargo, que el gobierno no quiere que los rusos lo perciban y por eso el juicio es a puerta cerrada y su comparecencia desde la prisión de máxima seguridad en la que está desde hace dos años y medio. Aislado casi todo el tiempo, sin derecho a visitas.
Después de ser envenenado durante un vuelo en Siberia, y de denunciar en Informativos Telecinco la implicación de Putin y del alto mando militar, decidió volver a su país.
Consciente de que todo estaba escrito: su detención y sus juicios posteriores. En un primero lo condenaron a nueve años por desacato a la justicia rusa, pero en este nuevo juicio pueden ser treinta por fomentar el extremismo.
El hombre que dibujaba corazones a su esposa desde la pecera, no se rinde, él es la Resistencia.