Helen Dalglish ha perseguido su sueño durante 25 años hasta lograrlo. La mujer, de ahora 54 años, dio a luz a una niña sana en septiembre de 2022. Le diagnosticaron infertilidad y le ha costado 21 intentos de fecundación in vitro conseguir ser madre.
“Cuanto finalmente tienes ese pequeño milagro, te olvidas de los 25 años”, expresa la mujer meses después del nacimiento de su hija Daisy Grace, una bebé muy deseada que llega tras 21 intentos de fecundación in vitro.
Dalglish, que ha compartido su historia al 'Daily Record', confiesa que aún meses de dar a luz no se lo puede creer. “Es surrealista”. Ser madre siempre fue su sueño, pero estuvo a punto de dejar de intentarlo.
Cuando tenía 20 años, se mudó a Chipre y a los 28 intentó quedarse embarazada. No lo consiguió. Le dijeron que tenía un problema con el posicionamiento del útero.
Poco después, regresó a Escocia. Allí, los médicos le diagnosticaron infertilidad. Entonces, Helen Dalglish se sometió a cuatro procedimientos de inseminación intrauterina. Todos fallaron, así que intentaron la fecundación in vitro.
El Sistema Nacional de Salud solo les cubría un intento, que resultó fallido. Los siguientes años lo pagaron de su bolsillo: la pareja gastó más de 116 000 euros en tratar de tener un bebé.
Reconoce que a veces les superaba “emocional, física y económicamente” y paraban un año o dos de intentarlo.
“Cada uno que falla, te deja absolutamente devastada. Es como una muerte. Me deprimía durante un par de semanas, pero luego me levantaba y decía ‘vamos, si quieres a este bebé, actúa con calma'. Trataba de olvidarme de los fallidos como si empezase desde cero”, cuenta.
Además, recuerda que los procedimientos eran dolorosos cuando trataban de transferir los embriones a su útero. Era como si “golpeasen una pared”.
Más de una década después, decidió cambiarse de clínica. En esta le confirmaron que la matriz estaba muy inclinada y era posible que todas las transferencias que le habían realizado hubiesen sido intentos desperdiciados. Desde ese momento, Helen Dalglish se quedó embarazada en tres ocasiones, pero en todas ella sufrió abortos a las nueve o diez semanas de embarazo.
Entonces, ya con 41 años, decidió utilizar óvulos de donantes. Tampoco funcionó. A pesar de crear 10 embriones fuertes, todos murieron.
La mujer se mudó entonces de nuevo a Chipre, donde decidió probar una última vez en el Centro de Fertilidad Dunya, en Kyrenia. “No lo iba a hacer”, cuenta. Pero su madre la animó después de que su padre muriese. Antes de que este falleciese, le preguntó a la madre: “¿qué puedo enviarte desde el cielo?”. “Por favor, envíale un bebé”, le respondió ella.
Esto animó a intentarlo de nuevo a Helen Dalglish. Al realizarle las pruebas genéticas a sus embriones y a los de su pareja, el intento falló; pero, para su sorpresa, dos semanas después recibieron una prueba positiva de embarazo después de que en un segundo intento el médico se asegurase de que accedía correctamente a su útero. “Rompimos a llorar”, expresa.
Durante el embarazo, Helen desarrolló complicaciones como la diabetes y la preclampsia, pero en septiembre, finalmente, con 53 años dio a luz a una niña sana.