Ni francés ni español: Marruecos apuesta decididamente por el inglés

  • El Gobierno marroquí anuncia la implantación obligatoria de la lengua inglesa en la enseñanza secundaria. Para el curso 2027 espera que el inglés sea lengua vehicular en determinadas materias

  • El avance del inglés se produce en paralelo al retroceso del francés, la lengua de las élites políticas, económicas y culturales de Marruecos

Cualquiera que haya tenido la experiencia de pasear por el zoco de alguna medina marroquí, ya sea en Marrakech, Tánger o Fez, habrá podido comprobar las envidiables capacidades lingüísticas de los profesionales del comercio, capacitados muchos de ellos para dirigirse a los potenciales clientes lo mismo en francés que en ruso, inglés, español o sueco. Cualquier generalización es injusta –al comercio minorista se dedica una parte pequeña de la población activa en el país magrebí, y ello convive con la tozuda realidad del analfabetismo, aún en torno al 40% de los habitantes-, pero lo cierto es que millones de marroquíes son bilingües cuando no trilingües (árabe dialectal marroquí, árabe estándar, francés, amazigh o bereber, inglés y español).

Pero las posibilidades están mal repartidas, y el peculiar mosaico lingüístico marroquí puede ser una bendición y un lastre a un tiempo. El Gobierno está dispuesto a poner orden y tomar partido en la escena educativa nacional para preparar mejor a los futuros profesionales. A juzgar por la nueva iniciativa por el Ministerio de Educación, anunciada a finales del pasado mes de mayo, Marruecos ha optado por el inglés. Ni el francés, lengua de los antiguos colonizadores y aún de las élites económicas y culturales, ni el español, relegado a lengua de unos pocos miles de marroquíes, sobre todo en el norte del país, sino la lengua de Shakespeare.

La ambiciosa propuesta, que lleva la firma del ministro del ramo, Chakib Benmoussa, se marca el objetivo de implantar obligatoriamente y de manera progresiva el inglés en toda la educación secundaria en Marruecos. El Ministerio de Educación confía en que el 100% de los alumnos de primer, segundo y tercer año de secundaria pueda estudiar la lengua de Shakespeare ya en el curso 2025-2026. Y espera que en el curso 2027-28 el inglés sea la lengua vehicular de ciertas materias, de la misma manera que lo es el francés a día de hoy.

En paralelo la oferta de centros de secundaria privados trilingües se multiplica en Marruecos, además de estar produciéndose una eclosión de centros británicos y estadounidenses en los últimos años.

Tayín de lenguas

Aunque se dibuja un escenario en el que el inglés será la lengua extranjera dominante, ello no implicará la desaparición del francés –que ha gozado de una situación privilegiada desde la independencia- a medio plazo, están convencidos los expertos. Además de tener conocimientos del árabe estándar –el que se usa en los medios de comunicación de todo el mundo árabe y en el que funciona la administración, etc.- en distintos grados, muchos marroquíes tienen como lengua materna el amazigh, el tamazigh o el rifeño –lenguas bereberes, las autóctonas del norte de África- y otros, formando el grupo mayoritario, se expresan y viven cotidianamente en árabe marroquí o dariya, convertida en la práctica –y a regañadientes, porque no le faltan detractores en el país- en lengua franca de los marroquíes.

La realidad es que la administración es prácticamente bilingüe en árabe y francés, y en la lengua de la antigua metrópoli siguen emitiendo o editándose casi la mitad de los medios de comunicación de comunicación, además de existir una importante literatura en este idioma hecha por marroquíes tanto residentes en su país de origen como en el extranjero.

Aunque no goza de carácter oficial, el francés es, además, la lengua de la diplomacia marroquí, la lengua operativa del comercio exterior y de las comunidades de expatriados en el país norteafricano, ya se dediquen a la enseñanza, el comercio, el turismo, el periodismo o la diplomacia. No en vano, en 2019 Marruecos aprobaba una ley destinada a dar al francés la prioridad sobre el árabe en las materias científicas de la enseñanza secundaria. Según datos de la Organización Internacional de la Francofonía, el 36% de los marroquíes conoce en distintos grados la lengua de Proust, según recogía recientemente Le Monde.

Por su parte, el español es conocido, sobre todo, en las tierras septentrionales del antiguo Protectorado, aunque hay hablantes en todo el país. Hay hasta diez colegios oficiales españoles en Marruecos (Tánger, Tetuán, Alhucemas, Rabat, Casablanca y Nador) y no faltan facultades donde se estudia filología hispánica; además hay sedes del Instituto Cervantes en Tánger, Fez, Casablanca, Tetuán, Marrakech y Rabat, además de anexos en Larache, Mequínez, Kenitra o Nador, pero ello no garantiza el futuro de la lengua castellana en Marruecos.

Las limitaciones –que son consecuencia de la falta de proyectos y, en último término, de financiación- no han impedido que un número reducido pero persistente y entusiasta de marroquíes produzca literatura en lengua española desde hace décadas. Los profesionales del español e hispanistas se quejan una y otra vez a Madrid y Rabat de la falta de recursos a pesar del aparente buen momento que viven las relaciones bilaterales.

El francés, cada vez más antipático para muchos

Pero, desde bastante tiempo antes de la reforma educativa impulsada por el Gobierno del liberal –y empresario de éxito- Aziz Akhannouch, el inglés se viene imponiendo a ritmo acelerado. Muchos jóvenes han dejado de lado la lengua de Molière para pasarse en masa al inglés, sin duda empujados por las redes sociales, la música y el cine y las posibilidades comunicativas y laborales que ofrece la lengua inglesa frente a la francesa, la española o la alemana. El inglés, al menos en su versión internacional simplificada –el international English-, es aprendido de manera autodidacta por una parte importante de los nuevos hablantes. Una encuesta del British Council en 2021 arrojaba el dato de que el 40% de los encuestados consideraba el inglés como la lengua más importante que aprender frente al 10% que se decantaba por el francés.

Si bien la apuesta por el inglés tiene una motivación eminentemente práctica, no es la única. La cultura francesa, percibida como la de las élites, no es conocida ni apreciada por las clases medias y bajas del país. Francia e, inevitablemente su lengua, no es percibida con simpatía por muchos marroquíes. En los últimos años una parte de las élites marroquíes se han revuelto contra las “tutelas neocolonialistas” francesas y llaman a soltar amarras con la antigua metrópoli. El proceso se ha visto acelerado por cuestiones políticas: mientras Marruecos estrecha lazos con Estados Unidos y Reino Unido en los últimos años, los vínculos con Francia se debilitan. Por el contrario, el inglés se percibe como una lengua más neutra, internacional, sin connotaciones políticas.

Con todo, es innegable la influencia que a través de la lengua Francia sigue ejerciendo en Marruecos. Las empresas galas son las primeras inversoras y las segundas exportadoras en el país magrebí, las receptoras de los grandes proyectos empresariales. Las élites marroquíes han estudiado tradicionalmente en las grandes universidades y escuelas de negocio de Francia, también en Bélgica y Canadá, y los vínculos tejidos en estos países acaban redundando en la política y economía marroquí. 

En lo tocante a sus lenguas, el futuro de Marruecos será muy diverso, como ya lo es ahora, cuando no es difícil encontrar ciudadanos capaces de expresarse dignamente en tres o cuatro lenguas sin haber aprendido ninguna de ella en un aula. Conscientes de los graves problemas estructurales de la economía marroquí –tanto los más preparados como los que menos formación académica han recibido, la mayor parte de los ciudadanos quiere emigrar al extranjero, sobre todo a Europa y Norteamérica-, el Gobierno quiere mejorar las competencias de los jóvenes ciudadanos para el futuro. Al tiempo, el papel menguante del francés y el cada vez menos relevante del español –no basta la red de colegios oficiales españoles o centros Cervantes- son la metáfora del fracaso de los antiguos colonizadores a la hora de mantener su influencia en Marruecos, que parece más dispuesto que nunca a adoptar su propio camino y estilo. Que será cada vez más Made in Morocco.