¿Y si la capital rusa ya no se encuentra a salvo de una guerra que se libra a cientos de kilómetros? ¿Tienen motivos sus ciudadanos para sentirse vulnerables? ¿Qué consecuencias puede tener esto para el Kremlin? El último ataque con drones lanzados desde Ucrania contra Moscú plantea estas preguntas. Y pone de manifiesto las debilidades de la defensa antiaérea rusa en un momento en el que se reavivan las expectativas sobre una contraofensiva ucraniana.
Según el Ejército ruso, ocho drones fueron lanzados contra su territorio el martes. Tres cayeron sobre edificios residenciales. Paradójicamente, Vladimir Putin, que inició la guerra hace más de 15 meses, acusó a Ucrania de "intentar "intimidar a los ciudadanos rusos". "Kiev eligió un camino diferente", aseguró el hombre que no ha dudado en bombardear a la población ucraniana durante todo este tiempo.
No era el primer ataque con aeronaves no tripuladas en territorio ruso; pero sí era inusual, distinto, porque alcanzó edificios civiles. Y lo hizo en la capital. A principios de mayo, Rusia ya denunció una ofensiva con drones contra el Kremlin; según su versión, el objetivo era el presidente Putin. Y los altercados en el territorio ruso de Belgorod, en la frontera con Ucrania, son constantes. Pero el incidente a más de 500 kilómetros de esa frontera, al suroeste de Moscú, podría plantear nuevos escenarios. ¿Maniobra de distracción o preludio de ataques más intensos?
El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, ha afirmado tras lo ocurrido: "Si los rusos pueden causarle pesadillas a los ucranianos, ¿por qué los moscovitas deberían poder descansar?". Entretanto, esos ataques con drones han enfurecido a sectores rusos partidarios de la guerra que han lanzado duras críticas al presidente Putin y a la cúpula militar por lo que consideran "incapacidad" para proteger el corazón del poder del Kremlin, según Associated Press.
El Ejército ruso ha asegurado que cinco de los ocho drones que sobrevolaron su territorio el martes fueron derribados. Aunque medios locales y blogueros rusos aseguran que el número de aeronaves no tripuladas lanzadas habría sido mayor. Sobrevolaron la zona de Rublyovka, al suroeste de Moscú, donde oligarcas, políticos y altos funcionarios viven en lujosas urbanizaciones cerradas.
El asesor presidencial ucraniano, Mykhailo Podolyak, negó que Ucrania estuviera directamente involucrada en el ataque con drones. En un mensaje la red social Twitter, ironizó: "Incluso la inteligencia artificial ya es más inteligente y previsora que la cúpula militar y política rusa".
El alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, admitió que "varias familias acudieron a psicólogos" ofrecidos por el Ayuntamiento inmediatamente después del ataque.
La respuesta del Kremlin ha sido considerada débil por algunos sectores, como los influyentes blogueros militares rusos. Por su parte, el jefe del grupo de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin, dirigió su ira -como es habitual en él- contra los dirigentes del Ministerio de Defensa de Rusia. Los calificó de "escoria" y "cerdos" por no proteger a Moscú. "¿Cómo se atreven a permitir que los drones lleguen a Moscú?", les espetó. Y aseguró que "estamos años, incluso décadas, por detrás de nuestros oponentes en estos programas (de drones)".
Putin aseguró que las defensas aéreas de Moscú funcionaron como se esperaba; pero reconoció que proteger una ciudad tan grande es una tarea de enormes proporciones. "Está claro lo que hay que hacer para reforzar las defensas aéreas, y lo haremos", afirmó el mandatario ruso. El Kremlin negó que se fuese a aplicar la ley marcial, como habían pedido algunas voces.
Pero hasta qué punto ese tipo de ataques pueden atizar el descontento público contra el Gobierno es otro de los interrogantes. En este escenario, un alto funcionario de la seguridad ucraniana, Oleksiy Danilov, ha asegurado a la cadena BBC que la contraofensiva de Kiev para recuperar el territorio tomado por las fuerzas rusas puede comenzar "mañana, pasado mañana o en una semana".