Meloni anuncia “la mayor rebaja de impuestos desde hace décadas” en Italia para los trabajadores
La premier italiana aprueba el decreto sin la aprobación de los sindicatos y evita una rueda de prensa
La rebaja de la cuña fiscal que pretende aumentar los salarios, en algunos casos, hasta 100 euros, durará seis meses
Se prevé a final de año eliminar definitivamente la renta a la ciudadanía y se aumentan los supuestos para los contratos temporales
Giorgia Meloni decidió no comparecer en rueda de prensa tras aprobar en el Consejo de Ministros celebrado este 1 de mayo, Día de los Trabajadores, una nueva reforma laboral que vende como “la mayor rebaja de impuestos desde hace décadas”. Aparece, sin embargo, en un vídeo en plano secuencia en sus redes sociales donde anuncia el paquete de medidas y dice sentirse orgullosa de los pasos que está dando su Gobierno mientras atraviesa los salones de Palazzo Chigi. Las críticas no cesan, haber elegido el primer día de mayo para lanzar estas medidas es para la líder de la oposición Elly Schlein, secretaria general del PD, una provocación y condena a Italia "al trabajo precario". Los sindicatos programan varias protestas en las próximas semanas por haber sido aprobada la medida sin su consenso. Meloni, además de su vídeo, calla. No comparece en rueda de prensa desde hace dos meses cuando la tragedia migratoria en aguas cercanas a Calabria sacudió su Ejecutivo y su rueda de prensa desde Cutro no la dejó muy bien parada.
Ahora la reforma deberá pasar su aprobación en las Cámaras y podría estar sujeta aún a algunos cambios. Aún así, las principales medidas, proclamadas en campaña electoral, se dan casi por sentadas. Entre ellas la subida en los salarios de hasta 35.000 euros gracias a la reducción de los costes del empleador a través de la cuña fiscal, el peso de algunos impuestos sobre el salario del empleado. Medida que estará en vigor solo durante seis meses y que costará a las armas del Estado unos 4 mil millones de euros, según la prensa italiana. Aumento en los salarios que no será, así, estructural, sino temporal, debido a su alto coste y que supondrá a final de mes para algunos trabajadores un aumento de, como máximo, 100 euros. Así lo ha valorado el líder del sindicato CGIL, Maurizio Landini, que admitió que iba en la dirección de las medidas solicitadas al Gobierno, pero que el problema era que la temporalidad le roba “prespectiva”.
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Meloni anunciaba así esta medida como “la mayor rebaja de impuestos en el mundo laboral de las últimas décadas”. Es una medida relevante, dicen los expertos, pero no la mayor en décadas. Si lo comparamos también con el aumento de 80 euros en el salario introducido por Matteo Renzi cuando era primer ministro en 2014 los números muestran que aquella medida, que costó 9 mil millones de euros, está al menos a la par de las varias normas, no solo incluidas en este decreto, dedicadas por el Gobierno Meloni al aumento de los salarios hasta ahora. Aquella subida le valió a Renzi un 40% de los votos en las europeas de ese mismo año, puede que Meloni ponga toda su fe en que esta subida cause el mismo efecto en las encuestas que, por ahora, se mantienen favorables pero marcan las primeras bajadas de consenso tras su éxito electoral.
Añaden además rebajas fiscales para los trabajadores con hijos para incentivar el crecimiento demográfico y mayor acceso a las prestaciones por desempleo, así como la eliminación definitiva a finales de 2023 de la renta de la ciudadanía que hoy perciben más de un millón de personas en Italia que reciben de media casi 600 euros al mes. El Gobierno de derechas criticó siempre esta ayuda, lo hizo una arma electoral apelando a que el trabajo ofrece una dignidad. En los próximos meses se prevé lanzar una medida sustitutiva que pueda dar una cobertura a todas estas familias.
Andrea Roventini es experto en macroeconomía de la Scuola Superiore Sant’Anna y valora para NIUS las nuevas medidas del Gobierno. “El gran problema de la subida del salario es el gran coste que tiene para las arcas del Estado respecto al poco beneficio que reciben las familias, sobre todo porque es temporal. Además, de cara a la renovación de cientos de contratos que tienen que ser revisados en este momento en Italia se produce un efecto “metadona”, se evitan superiores demandas por parte de los trabajadores que tendrán ya esta ayuda”, dice el experto. “Además se aumentan los supuestos para usar contratos temporales”, añade.
“Es verdad que la cuña fiscal en Italia es alta, pero lo es más en Francia y en Alemania. Si estas normas pasan las empresas tendrán más flexibilidad, más margen de maniobra, para realizar contratos más convenientes para ellos pero menos para el trabajador”, dice Roventini. Los salarios no crecen en Italia desde hace décadas y el experto defiende que es a través de un mundo laboral de calidad donde verdaderamente se llega el crecimiento económico, no al revés. Lo que necesita Italia, finaliza el experto, son aumentos contractuales en los salarios, no rebajas de este tipo.
Italia seis meses después
Medio año después de que la premier Giorgia Meloni y su partido de extrema derecha Hermanos de Italia llegasen al Gobierno no han sido pocas las salidas de tono en el discurso de algunos de los integrantes del Ejecutivo. Mientras la líder intenta mantener la diplomacia a nivel internacional, aún mantiene un importante apoyo en las encuestas, no duda en lanzarse sin temor a medidas sin consenso. Fue el caso de los diversos decretos anti-inmigración o de la directiva que impide registrar los hijos de parejas LGTBI, criticados por Europa, ahora lo hace también con una reforma laboral, lanzada en forma de decreto, que presenta sin el apoyo de las partes sociales y los sindicatos. Le ayuda una oposición que no termina de despertar ni de entender cuál debería ser su camino antagonista al Gobierno.
Meloni mantiene la compostura pero son los suyos, la coalición, los que le hacen pasar en más de una ocasión un mal trago. La pasada semana tenía que aprobarse en la Cámara la variación presupuestaria fundamental para lanzar esta reforma laboral, aunque la derecha tenía los votos los diputados ausentes impidieron que pasase el llamado “scostamento di bilancio”. La premier se encontraba en Londres en un bilateral con Rishi Sunak. El episodio, del que no se conocían precedentes en un Gobierno donde los números están asegurados, sacó los colores de la coalición que tuvieron que volver a votarlo, ahora con todos los necesarios, al día siguiente. Un capítulo político a la italiana, pero que obligó a Meloni a poner orden entre los suyos. Y no es la primera vez.