Su misión era hacer que Camila Parker Bowles fuera “presentable” ante los ciudadanos y que Carlos fuera aceptado públicamente. Esta era misión que se le encomendó Mark Bolland en aquella primera reunión con el entonces príncipe Carlos en 1996. Carlos lo acaba de contratar como su ‘spin doctor’, como se conoce en el mundo anglosajón a la persona que se encarga de la imagen pública de una organización o individuo, de las relaciones públicas. Estaba considerado como un genio de las relaciones públicas. Entonces Carlos se acababa de divorciar de Diana y él y Camila eran las personas más odiadas del país.
Cuando Camila y Carlos sean coronados este sábado 6 de mayo, además de culminar una historia de amor que empezó en 1971, y también culminará un proceso que los llevó de ser las personas más odiada del país en 1997, tras la muerte de Diana, a ser vitoreados por una multitud de británicos por las calles. Bolland se encargó de diseñar la estrategia para reparar la reputación primero de Carlos y después de Camila.
En palacio lo conocían como “la víbora negra” por el enorme poder que tenía y la influencia que ejercía sobre el príncipe. Era la sombra negra que se alargaba tras el príncipe. Este apodo, sacado de la serie de la BBC que narra la historia del hombre al servicio del rey de Inglaterra, se lo dieron precisamente los hijos de Carlos, Guillermo y Enrique. De hecho, lo bautizaron como “Lord Víbora Negra”. Todas las filtraciones que se producían a la prensa en los siete años que estuvo en el cargo, tenían un sentido, el sentido que les daba Bolland.
Bolland nació en 1966 en Canadá, es hijo de emigrantes ingleses que pronto regresaron a Inglaterra, donde fue a la escuela pública. Se licenció en Química. Tras trabajar en varios puestos directivos de relaciones públicas acabó siendo el presidente de la Press Complaints Comission, que era el regulador de los medios de comunicación en aquella época. En 1996 fue contratado el Príncipe de Gales, que tenía su propia oficina de prensa, como vicesecretario privado y ‘spin doctor’, como se conoce en el mundo anglosajón a la persona que se encarga de la imagen pública de una organización o individuo, de las relaciones públicas.
Entonces la reputación de Carlos estaba por los suelos. Se acababa de divorciar de Diana y ésta había confesado en una entrevista a la BBC que la suya era una relación de tres. Carlos era el marido insensible. Camila, la amante calculadora. Diana, la víctima, la favorita de los británicos. Bolland diseñó una estrategia para reparar la imagen pública de Carlos y también la de Camila en un plan que se denominó ‘Operació PB’ (PB por Parker Bowles, el apellido de casada de Camila).
Camila Shand (éste era su apellido de soltera) procedía de una familia aristocrática británica, descendiente de baronetes por parte de padre, y de barones por parte de madre, en concreto del barón de Ashcombe. Su padre era un ex mayor del ejército reconvertido en exitoso hombre de negocios. Su bisabuela materna fue Alice Keppel, la amante más conocida del rey Eduardo VII, el hijo mayor de la reina Victoria, que estaba casado con Alejandra de Dinamarca.
Camila, al igual que su bisabuela, se convirtió en la amante del príncipe heredero de la corona británica, aunque ambos ya fueron novios muchos años atrás. Carlos y Camila, que ahora tienen 76 años, se conocieron en 1971, cuando tenían 24, y empezaron una historia de amor que quedó interrumpida de forma abrupta dos años más tarde, en 1973, cuando el príncipe Carlos se marchó a servir a la Marina. Camila se casó ese mismo año con un oficial del Ejército, Andrew Parker Bowles, que previamente había tenido una relación con la hermana de Carlos, la princesa Ana.
En 1981, Carlos se casó con Diana Spencer, que pasó a ser la persona más querida por británicos. Pero Carlos y Camila se siguieron viendo mientras ambos estaban casados, un secreto a voces que confirmó la princesa Diana en la famosa entrevista para la BBC. Se culpó a Camila de la separación y de la tristeza de Diana y se convirtió en una de las personas de la realeza que más rechazo provocaban entre la gente. No ayudó a su popularidad el llamado ‘tampongate’ en 1993, la transcripción de una conversación subida de tono entre Carlos y Camila interceptada por una radioaficionado y vendida a la prensa sensacionalista en la que Carlos le decía que le gustaría ser su tampón para estar dentro de ella. El rechazo se incrementó tras la muerte de Diana en 1998.
Bolland trazó su plan para rehabilitar la reputación del príncipe y de Camila en 1997. Su idea era que los medios de comunicación hablaran bien de ellos y para ello iba a aprovechar sus contactos con los editores de los principales medios británicos cultivados durante su etapa como presidente del regulador. Entonces Carlos tenía una aceptación popular del 20% en los sondeos en 1998 y consiguió que alcanzara el 75% en 2003, cuando dejó su cargo. Bolland animó al príncipe a dejarse fotografíar con personajes populares como el famoso encuentro con las Spice Girls en 1997 cuando éstas estaban en su apogeo.
Por entonces, en 1997, Camila ya se había trasladado a vivir a la residencia del príncipe Carlos en Highgrove House, en el sudeste de Inglaterra, y los acompañaba también en su residencia londinense en Clarence House, dentro del palacio de St James. La operación se vio truncada por la repentina muerte de Diana en París. Carlos, al igual que su madre, se refugió en Escocia, distante, frío, señalado. Bolland aprovechó un viaje programado a Sudáfrica dos meses después del fallecimiento de la princesa para cambiar su imagen pública. Carlos viajó con su hijo, pequeño, Enrique, que entonces tenía trece años.
Al llegar a Sudáfrica, Carlos ofreció declaraciones a los medios de comunicación y de dejó fotografiar. Se mostró cercano a la gente, acudió a danzas tradicionales con Enrique. Se mostró como un padre soltero dedicado y abierto. Desde un punto de vista de relaciones públicas, el viaje fue un éxito. Los medios tenían una historia de Carlos y en este caso era una historia negativa. Nueve meses después de la muerte de Diana, Carlos presentó Camila a Guillermo, que hasta entonces no quería saber nada de ella, en una reunión en su casa de la que se conocen prácticamente todos los detalles gracias a que Bolland los filtró a la prensa. La reunión duró una hora. Al terminar, Camila le dijo a Carlos: “Necesito un gintonic”.
Bolland, orquestó también una primera foto de la pareja en enero de 1999 en la salida del hotel Ritz, donde habían asistido por el cincuenta aniversario de la hermana de Camila. Los fotógrafos de prensa habían sido avisados por Bolland. El siguiente paso era la reina, que se había negado a aceptar a Camila e incluso rechazó asistir a la fiesta por los cincuenta años de su hijo mayor cuando supo que la organizaba Camila. Pero el 4 de junio de 2000, la reina aceptó encontrarse, o coincidir mejor dicho, con Camila en la fiesta de aniversario de Constantino de Grecia, el rey depuesto griego que residía en Hampstead.
Hubo un antes y un después de aquel encuentro. A partir de aquel momento los medios dejaron de referirse a ella como la “amante” del príncipe y pasaron a denominarla su “pareja” o su “compañera”. Culminaron así tres años de trabajo por parte de Bolland. Se empezó a hablar de un posible matrimonio entre la pareja. En 2002 la reina Isabel II la invitó a los fastos de su Jubileo de Oro, sus cincuenta años de mandato. Por primera vez se la pudo ver detrás de la monarca.
Bolland dejó de trabajar para el príncipe en 2003 y se estableció por su cuenta creando su propia firma de relaciones públicas. En los siete años que trabajó para Carlos, elevó su índice de popularidad del 20 por ciento después de la muerte de Diana al 75 por ciento en 2003, y haciendo aceptable la perspectiva de un nuevo matrimonio con Camila para el público británico. Los periodistas británicos que cubrían la casa real en aquella época lo definían como el verdadero poder del príncipe, detrás del futuro Rey de Inglaterra.
En 2005 Carlos y Camila se casaron por lo civil en el Ayuntamiento de Windsor con un convite posterior albergado por la reina en el castillo. Tras la boda se convirtió en Duquesa de Cornualles y en princesa consorte por ser Carlos el primero en la línea de sucesión. En febrero de 2022, la reina Isabel II expresó públicamente su deseo de que cuando llegara el momento y Carlos se convirtiera en rey, Camila pasara a ser tratada como reina. Este momento llegará el próximo de 6 mayo.