“A un jugador lo reconoces por el coraje, el altruismo y la fantasía”, dice una de las canciones más bellas de la música italiana, La leva calcistica della classe ‘68, de Francesco de Gregori. Es precisamente fantasía lo que nunca le ha faltado a la ciudad y a la afición del Nápoles y, ahora, lo que desde hace tanto tiempo era un sueño parece querer cumplirse. Tras 33 años desde la última victoria de la liga italiana, el scudetto, que ganaron solo en dos ocasiones y siempre en la era de oro de Diego Armando Maradona, la enorme ventaja desde hace semanas en la clasificación da casi per descontada la victoria. El argentino en aquel entonces se convirtió en una religión en una ciudad donde su retrato aparece casi en cada esquina. Sus calles lo invocan constantemente, los nombres de sus bares, los murales por todo el centro de la ciudad. Hoy Nápoles vuelve a ser azul porque el sueño loco del fútbol florece de nuevo para unir esta temporada que han jugado como los mejores a aquellos dulces finales de los 80.
No se dice de forma clara, se evita dar por sentada la copa con el miedo de que la mala suerte rompa el hechizo, pero la ciudad del Vesubio está teñida de azul desde hace semanas, bufandas y banderas cuelgan de todas las casas y como dice Vicenzo Comunale, conocido cómico de la ciudad y aficionado desde la cuna, hay una parte de napolitanos que ya no admite que suceda otra cosa: ganaremos la liga italiana. Es en Quartieri Spagnoli, uno de los barrios más tradicionales, donde más se han venido arriba. Un cielo de cintas azules y blancas que unen las fachadas de los edificios en cada una de las calles decora los míticos y decadentes edificios del centro de Nápoles. Fotos y reproducciones a tamaño real del equipo actual se colocan a la entrada de las pequeñas tiendas de pizza y dulces del barrio.
Allí Domenico vende algunos souvenirs sobre la victoria anticipada, para él está ganada, es solo una cuestión de tiempo. La ventaja es destacable con el segundo en la clasificación, en este momento el Lazio. Las previsiones dicen que, según avancen los números y las jornadas, el Nápoles podría ya ganar matemáticamente a finales de este mes. “Si sucede será una locura, en todos lados. En todos los barrios de la ciudad, cada uno celebrará a su manera”, dice. Sobre todo, insiste, porque el scudetto falta desde hace más de treinta años. “Yo ya festejé con Maradona, porque tengo una edad, pero hay mucha gente que no lo vivió y lo espera muchísimo”, explica. “Porque ya sabes aquí cómo somos… En Nápoles se come con pan y balón”, finaliza.
En las calles una generación que vivió las victorias de Maradona solo por los relatos de sus padres y abuelos sueña con hacer explotar el Vesubio. “Cuando era pequeño estábamos en serie C, ni tan siquiera retransmitían los partidos en la tele, el club acaba de estar en bancarrota. Sin embargo mi padre me contaba de la victoria de Maradona y de aquella época de oro y para mí era impensable volver a vivirla”, dice Comunale, que no llega a los 30 años. El habitual gran mural de Diego es ahora una especie de santuario. Nadie quiere perderse esta esquina donde son incontables las reproducciones artísticas del que fue el mejor jugador del mundo, hace días varios vídeos en los que se veía una marea de turistas acceder a esa calle se convirtieron en virales. Un hombre habla al teléfono y dice “te sei come Maradona” (tú eres como Maradona) porque aquí eso es el mayor de los cumplidos.
Nápoles está invadida de la ilusión que se siente antes de que algo muy bueno suceda, los vecinos están unidos, no hablan de otra cosa. Turistas extranjeros completamente asombrados de visitar la ciudad italiana en este efervescente mes de abril, compran bufandas de recuerdo. El ahora es un momento dulce para una afición futbolera que enloquece casi como ninguna con su calcio. Las calles de Nápoles son esta primavera un museo de su historia futbolística a cielo abierto. “Pero ya sabes, el fútbol no es nunca solo fútbol, sobre todo en Nápoles, por eso aquella época, que conecta con la actualidad, es fundamental para esta ciudad, para entender también la identidad de quien hoy se prepara para celebrar”, dice el joven.
La contraposición social en Italia entre norte y sur tiene un reflejo muy evidente en el fútbol. “Un partido Nápoles-Milán no es nunca solo eso”, dice Comunale. Durante los 80, la clase obrera del sur, que sufría el racismo del motor económico del norte, veía en el estadio, gracias a Maradona, la gloria que una Nápoles triste y degradada no podía ofrecer mientras en Milán el boom económico estaba en su mejor momento. “Estamos ilusionados con este nuevo despertar”, dice. Un despertar que coincide con el mayor boom de turismo de las últimas décadas y con una serie de películas, entre ellas ‘Fue la mano de Dios’ de Sorrentino, que han vuelto a sacar a la luz una ciudad que ahora rebosa vida.
Esta temporada de oro para el Nápoles ha permitido al mundo conocer a un fuera de serie, el georgiano Khvicha Kvaratskhelia y ha visto nacer a una estrella, el nigeriano James Osimhen que, para aumentar la fantasía, ha jugado toda la temporada con una máscara, primero para protegerse de una fractura en la cara en 2021, luego porque se le ha pegado la superstición napolitana, no se la ha vuelto a quitar, convirtiéndola en otro de los símbolos de esta primavera dorada. En Nápoles nunca nada es casual y estos dos jugadores, dice un hombre por la calle, son como era Maradona, nacidos en otras partes del mundo pero con el Vesubio dentro.
Un terremoto que en la ciudad ya se siente, aunque evitar la mala suerte es casi un estilo de vida. Un secreto a voces, dice una señora dueña de un restaurante típico del centro. “Por superstición no se dice, pero precisamente por superstición se piensa”, añade. “Será una fiesta infinita, cuando fue con Maradona los niños no fueron al colegio durante una semana”, dice una joven que pasa en aquel momento. Ante el miedo de lo que esa noche pueda suceder, el Ministerio de Interior italiano ha ya previsto un gran despliegue de fuerzas del orden y un mapa para las zonas donde se podrá festejar. Aunque luego no pase, la fantasía para Nápoles ha sido ya lo mejor.