Los problemas de salud del papa Francisco, de 86 años, han reavivado el debate sobre su sucesor. ¿Qué pasará si el pontífice dimite como ya se rumoreó hace unos meses o si -peor aún- muere?. La operación de colon que sufrió el pasado año y ahora un problema respiratorio, que lo mantiene hospitalizado, sacuden al Vaticano por el futuro del liderazgo de la Iglesia Católica.
En víspera de la Semana Santa, el papa Francisco ha enfermado. Todo lo que sabemos es que sufre una infección respiratoria, aunque fuentes del Vaticano no le ponen nombre y niegan que sea covid o neumonía. ¿Entonces, qué tiene el Papa?
Desde junio del año pasado algunos periódicos italianos ya ponían nombre a los sucesores de Francisco y adelantaban que podrá ser un cardenal del país. Las especulaciones comenzaron el pasado mes de junio, sobre los posibles sucesores del papa Francisco, coincidiendo con otra crisis en la salud del pontífice.
Hablaban de los problemas de rodilla del papa Francisco, que lo obligó durante meses a aparecer en público en silla de ruedas, pero también las sospechas que levantó un curso de formación organizado por el Vaticano sobre la Constitución Apostólica "Praedicate Evangelium" , que reunió a más de 200 cardinales en Roma.
Los cardenales menores de 80 años, a los que llaman cardenales electores y forman parte de un colegio, serán los responsables de elegir al nuevo papa, en caso de dimisión de Francisco, pero también si fallece.
Los medios italianos apuntaron en su día que un nuevo cónclave de cardenales electores podría favorecer a un sucesor del país. Actualmente hay 21 cardinales electores italianos, de los cuales 11 los puso el propio papa Francisco. Según esta fuente conservadora, el deseo de los cardenales es el de establecer una "guía de transición que pudiera mediar y acabar con las hostilidades en el seno de la Iglesia" . Y para eso, lo "más valorado" sería un papa.
Entre los nombres que se barajan como 'papables' serían los cardenales Matteo Maria Zuppi, actual presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y el otro candidato a suceder a Francisco sería el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin.
Los cardenales electores, que forman parte del Colegio Cardenalicio de la Iglesia Católica se reúnen en un cónclave, que se organiza 20 días después de la muerte o dimisión de un papa.
El cónclave es secreto. No hay rueda de prensa ni testigos ajenos. Se encierran en la Capilla Sixtina debaten y votan la elección del nuevo Papa. El voto es secreto y se votará todas las veces que sea necesario hasta que uno de los candidatos recibe dos tercios de los votos necesarios para ser elegido. Esto puede durar horas o hasta semanas.
Una vez elegido el nuevo Papa, la Capilla Sixtina se convierte en el epicentro del mundo católico, desde donde se envía una señal para informar que hay un nuevo líder. Se queman todas las papeletas provocando que el humo que sale de la chimenea es blanco, que se conoce como la fumata blanca.
Si las rondas de votaciones no tienen éxito, las papeletas se impregnan de pez y al quemarse provocan un el humo negro, señal que indica que no hay Papa.