Los objetivos de Sánchez en China: plan de paz para Ucrania y economía
La intención del presidente de persuadir al líder chino sobre la paz en Ucrania se disolverá en otra prioridad: la economía
Xi seduce a sus homólogos mediante acuerdos comerciales y de inversión que le refuerzan en el panorama internacional
Sánchez forma parte de la diplomacia entrelazada de China y será su puente hacia Europa en plena carrera diplomática mundial
En el teatro geopolítico se están librando dos vertiginosas carreras, la armamentística y la diplomática, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, va a estar en pleno meollo. El jueves acudirá al Foro de Boao, Hainan, y el viernes viajará a Pekín para reunirse con Xi Jinping, tras aceptar la invitación del máximo mandatario chino. El jefe del Ejecutivo español afirmó esta semana desde la Cumbre Iberoamericana de Santo Domingo que intentará influir en su homólogo para que contribuya a lograr la paz en Ucrania y buscará que “se respete la integridad territorial violada por Putin”. De cara a la galería, sus buenas intenciones son nítidas, lo que suceda durante el encuentro será otra historia.
“Será su primera visita a China”, señaló este lunes la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Mao Ning. “España es un importante socio en la Unión Europea. Este año se celebra el 50 aniversario de las relaciones diplomáticas entre China y España. Esperamos que esta visita sea una oportunidad para proyectar el futuro desarrollo de las relaciones bilaterales y llevar nuestra asociación estratégica integral a un nuevo nivel”, destacó.
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La expectativa de Pekín no es precisamente la de dedicarle demasiado tiempo a lo que en China denominan ‘la crisis de Ucrania’. No sucedió durante el encuentro entre Xi y Vladimir Putin -a juzgar por las conclusiones de su comunicado conjunto- y no parece que vaya a pasar durante ninguna de las reuniones bilaterales que tienen previstas, incluida la de Emanuel Macron en Semana Santa. El caparazón chino está hecho a prueba de presiones, sobre todo cuando los vínculos comerciales y económicos son tan potentes con las naciones que tratan de influir sobre el gigante asiático. El objetivo de Sánchez es tan bienintencionado como inaccesible porque China apela a su plan de paz de 12 puntos en el que, en su primer apartado, afirma que es necesario “respetar la soberanía de todos los países”, pero donde no destaca en ningún momento que Rusia deba abandonar el territorio ucraniano invadido.
Xi Jinping marca el ritmo
En la coyuntura actual, Xi está en su salsa como líder de la única superpotencia capaz de navegar su diplomacia entre dos aguas sin perder el rumbo. Putin besa por donde pisa, ha sido capaz de mediar para que dos adversarios como Irán y Arabia Saudí restablezcan sus relaciones, le ha levantado un aliado como Honduras a Taiwán -que ya sólo cuenta con 13 naciones que lo reconocen- y ahora ha invitado a Sánchez como presidente de un país que históricamente ha estado cerca, muy cerca de China. A España le llega su turno para presidir el Consejo de la UE en julio, y lo hará hasta diciembre de este año, por esta razón y por la buena sintonía que hay en las relaciones diplomáticas de ambos países, Xi percibe a Sánchez como uno de sus puentes más firmes con Europa.
Buscar las cosquillas al gigante asiático nunca ha sido la intención de Moncloa. De ahí la laxitud con la que siempre se han tratado asuntos relativos a la protección de los derechos humanos en Xinjiang con la minoría uigur, en el Tíbet o con aquellas personas o instituciones que han sido calladas a la fuerza por mostrarse críticas al gobierno autocrático de Xi y de sus predecesores -entre otras cuestiones en las que países como Canadá, Francia o Alemania han sido más asertivas-. Por eso, la prioridad real del encuentro entre el español y el chino, la expectativa que se tiene en Pekín y hacia dónde acabará deslizándose la conversación es a cómo reforzar el vínculo entre ambas naciones. Aunque Sánchez no lo busque y sea inevitable, su encuentro servirá para engrandecer a Xi en el panorama global y para validar sus múltiples facetas como promotor de un nuevo orden mundial.
Difícil equilibrio de España
España es uno de los ejemplos más claros sobre cómo equilibrar su relación con China siendo además miembro de la OTAN y aliado de Estados Unidos. El aspecto económico es fundamental para que la balanza a calibrar no se pase de peso en ninguno de sus platillos. Según cifras ofrecidas por el Consejo España China, fundación privada impulsada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, China fue el principal proveedor de bienes de España, con un 11 por ciento de la cuota total, y fue el cuarto socio comercial con importaciones que ascendieron a 49.653 millones de euros y exportaciones hacia el país asiático por valor de 8.013 millones de euros (2 por ciento de la cuota). Tal y como indican los precedentes de reuniones pasadas entre Xi y otros líderes, reforzar y potenciar la relación con España como su mayor proveedor de bienes y como socio inversor -en 2021, China invirtió en territorio español 435 millones de euros- será la prioridad de Xi y la música de los bienintencionados oídos de Sánchez.
La seducción china hacia España y Europa se produce al mismo tiempo en que los actores principales del tablero geopolítico pisan el acelerador diplomático ante el ritmo frenético que marca Xi. Otro de los éxitos de China es la primera visita de un presidente o expresidente taiwanés en suelo continental desde el fin de la guerra civil en 1949, momento en que los derrotados, miembros y partidarios del Kuomintang, se exiliaron en la isla de Taiwán. Ma Ying-jeou aterrizó este lunes en Pekín, y aunque en principio no se reunirá con ninguna figura de la autoridad china, su viaje ha supuesto una bofetada al Gobierno taiwanés, que lo percibe como una manera de “avalar” a Xi en el momento más tenso que se está viviendo entre ambas administraciones.
Sánchez, una pieza más del puzzle chino
Con Sánchez ya en suelo chino, la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, viajará a Estados Unidos tanto a la ida como a la vuelta de su visita de esta semana a Guatemala y Belice. Es probable que se reúna con alguna figura diplomática estadounidense como el portavoz de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, aunque aún no se ha confirmado. En Centroamérica, la mandataria buscará solidificar las relaciones con ambas naciones después de que Honduras, este mes, y El Salvador, a finales de noviembre del año pasado, cortaran lazos con Taiwán.
A la carrera diplomática también se ha apuntado Washington, cuya vicepresidenta, Kamala Harris, se encuentra en África para visitar Ghana, Tanzania y Zambia. Los esfuerzos estadounidenses por sumar en la competencia con China y Rusia en ‘la cuna de la humanidad’ están siendo notables y este viaje diplomático se une al que el secretario de Estado, Anthony Blinken, realizó al continente africano en agosto de 2022. El presidente, Joe Biden, podría realizar una gira en África a finales de este año, tal y como predicen algunos analistas.
Otro de los países del bloque Occidental, Japón, también ha mostrado su urgencia diplomática después de que la semana pasada Fumio Kishida visitara Kiev al mismo tiempo en que Xi y Putin se reunían en Moscú. Días antes, el primer ministro japonés y su homólogo surcoreano, Yoon Suk-yeol, también tuvieron un encuentro que sirvió para limar asperezas en una relación plagada de fisuras.
Mientras los países se alinean entre sí como fuerzas magnéticas que se atraen, China está siendo capaz de sortear las cargas y se convierte así, gracias a su diplomacia entrelazada, en una fuerza por sí misma que atrae a todos por igual. A los ojos de Pekín, Sánchez es otro encuentro que sirve para reforzar su privilegiado posicionamiento en el teatro geopolítico.