Boris Johnson ha decidido morir (políticamente) matando. En su comparecencia este miércoles ante la comisión parlamentaria que investiga si mintió de forma deliberada al parlamento sobre el ‘Partygate’, cargó contra todos sus colaboradores y contra todos sus enemigos para poder salvar su carrera política. Si la comisión de privilegios, que lleva diez meses investigándole, concluye, como concluyó antes de interrogar a Johnson, que mintió, entonces podría ser suspendido temporalmente como diputado e incluso podría ser expulsado del parlamento. Johnson, de 58 años, todavía sueña con un triunfante regreso político como intentó el pasado mes de octubre cuando su partido no le permitió presentarse a las primarias.
El motivo de la investigación eran las declaraciones que hizo Johnson ante la cámara baja los días 1 y 8 de diciembre de 2021 cuando empezaban a publicarse informaciones sobre varias fiestas que se habían celebrado en la residencia oficial del primer ministro, en el número 10 de Downing Street, durante 2020 y 2021, en medio del confinamiento decretado por el propio Gobierno de Johnson. Las informaciones decían que las normas no se habían respetado puertas adentro. El líder de la oposición laborista, Sir Keir Starmer, ex fiscal general del Estado, le lanzó una serie de preguntas simples y claras. “¿Se celebraron esas reuniones?” ¿Se saltaron las normas?”. Johnson lo negó en repetidas ocasiones. Ni se celebraron las fiestas ni se saltaron las normas. Esto es lo que dijo Johnson, aunque las evidencias señalaban todo lo contrario.
Un mes después se supo (y se filtraron fotos a la prensa) que se habían celebrado más de una docena de reuniones ilegales y que Johnson había participado en algunas de ellas, incluyendo una fiesta de aniversario de Johnson y una fiesta con la presencia de docenas de personas en los jardines de Downing Street.
En enero de 2022 se iniciaron dos investigaciones. Una investigación interna del Partido Conservador liderada por la funcionaria Sue Gray y una investigación criminal por parte de la policía. Ambas concluyeron que se habían saltado las normas. El informe de Sue Gray concluía que había una cultura de alcohol en Downing Sreet, que eran habituales las fiestas hasta altas horas de la noche, que los empleados tenían incluso una nevera con bebidas alcohólicas y que incluso habían traído a un DJ.
Gray recomendaba a Johnson que asumiera su responsabilidad y dimitiera. Scotland Yard multó a más de cien personas, todos funcionarios de Downing Street, entre ellos Boris Johnson, Carrie Symonds, su esposa, y Rishi Sunak, el actual primer ministro, entonces ministro de finanzas de Johnson. El 25 de mayo de 2022, Johnson compareció en el parlamento para pedir perdón, aunque aseguró que pensaba que las fiestas eran reuniones de trabajo.
En su comparecencia este miércoles ante la comisión mantuvo este discurso. Tras jurar sobre Biblia “por el Dios Todopoderoso”, dijo: “con la mano en el corazón, no mentí a la Cámara”. Durante tres horas repitió una y otra vez que, en aquellas declaraciones en el parlamento de diciembre de 2021 a pregunta de Starmer, él creía lo que decía y que nadie de su equipo le había avisado de que aquellas reuniones podían suponer una violación de las reglas del Covid que regían para todos los ciudadanos.
Los miembros de la comisión, en su mayoría conservadores, le expusieron los testimonios previos de Martyn Reynolds, su secretario personal, y de Jack Doyle, su director de comunicación. Reynolds había enviado un correo electrónico a más de un centenar de personas, incluido Johnson, convocando una fiesta en los jardines en la que pedía a los invitados que se trajeran sus propias bebidas. Entonces estaban prohibidas las reuniones de más de seis personas en espacios al aire libre.
Johnson aseguró este miércoles que no había visto el mensaje y que la fiesta en el jardín era para “agradecer al personal su trabajo”. “Obviamente estábamos en una área ventilada”, añadió. “Creo que los funcionarios públicos necesitaban sentirse agradecidos y motivados por su trabajo y eso fue lo que hice”, explicó Johnson. Y aseguró que las recomendaciones del Gobierno era seguir las reglas siempre que se pudiera, pero que no siempre se podía. Bernard Jenkin, diputado conservador, uno de los siete miembros de la comisión, le dijo que no estaba de acuerdo con su interpretación de la guía del Covid. “La guía no dice que puedes tener una fiesta de agradecimiento y tantas personas en la sala como quieras", dijo. Por su parte, Doyle declaró que había informado a Johnson de la celebración de fiestas ilegales en Downing Street antes de hablar ante el parlamento. Johnson lo negó. “No vi esos correos [de Doyle], aunque no niego que los enviara”.
Johnson también cargó contra Dominic Cummings, entonces su asesor principal, su mayor confidente, su persona de máxima confianza, quien ideó el Brexit y llevó al poder a Johnson. Más tarde se peleó con Symonds, la esposa de Johnson. Éste lo echó y Cummings se convirtió en su mayor enemigo. Se apunta que fue él quien filtró la celebración de las fiestas al Daily Mail, que fue el primero en publicarlo en noviembre de 2021. Cummings declaró ante la comisión que había avisado a Johnson. Éste lo negó.
También intentó inculpar al actual primer ministro, Rishi Sunak, afirmando que si fue tan obvio que él violó las normas, debería aplicarse el mismo rasero a todas las personas que estuvieron en las fiestas y citó a Sunak, cuya dimisión como ministro de finanzas precipitó la caída de Johnson. La diferencia es que Sunak, que también fue multado por la policía, no negó las fiestas en el parlamento, que es lo investiga la comisión, si cometió perjurio. La sesión fue interrumpida quince minutos cuando sonó la campana de la división que indicaba que había que votar sobre el nuevo acuerdo del Brexit de Sunak y Johnson fue a votar en contra y lideró una rebelión.
En un momento del largo interrogatorio, Johnson perdió la calma cuando un miembro ‘tory’ de la comisión insinuó que no había buscado el consejo “adecuado” antes de decirles a los parlamentarios que no se celebraron fiestas en Downing Street durante el confinamiento. “Esto es una completa tontería, quiero decir, una completa tontería", dijo. “Pregunté a personas relevantes, personas de alto nivel. Jack Doyle me dio un relato claro de lo que había sucedido”, se defendió asegurando que dijeron que no se celebraron esas fiestas.
También le mostraron las fotos con las evidencias de que se celebraron las fiestas y que se habían saltado las normas. Muchas de esas fotos habían sido filtradas a la prensa. “Esas fotos fueron tomadas por nuestro fotógrafo oficial, ¿creen ustedes que le habríamos encargado que hiciera fotos de haber sido reuniones ilegales?
“Era asombrosamente inverosímil que fuera tan estúpido que hubiera permitido que un fotógrafo oficial registrara actividades ilegales. No nos tocamos los bolígrafos, dijo. No crean las siniestras pixelaciones de las fotos. No tienen ninguna evidencia -escribió la periodista Alicia Thomson en el diario The Times-. Durante un minuto, pensé que tal vez tenía razón. Entonces recordé estar sentada sola en el funeral de mi madre. Fui uno de los tontos que se tomó en serio sus reglas sobre las manos, la cara y el espacio. El sacerdote también lo hizo; no nos permitieron una taza de té después”.
También el periodista Matt Chorley, escribió en The Times: “Su defensa es esencialmente que es un idiota. Un idiota que no entendió las reglas que escribió. “No era obvio para mí”. Fue culpa de los medios. La culpa de sus asesores. La culpa de Sue Gray. La culpa de la ensalada. La culpa de la cuenta de Twitter de Harriet Harman [la presidenta de la comisión]”. Harman comentó que le parecía que los argumentos de Johnson eran "débiles". La comisión ahora se ha retirado a deliberar. Sus comentarios parecen indicar que mantendrán que deliberadamente mintió al parlamento, como creían antes de que declarara Johnson. El veredicto en unos días o semanas.