Azúcar glasé para las bodas de aluminio de Xi Jinping y Vladimir Putin
Ambos mandatarios se reúnen desde este lunes en la primera salida del presidente chino desde el inicio de la pandemia
Su cumplen 10 años de su primer encuentro en Moscú y la relación está más fuerte que nunca en el momento más sensible
El Tribunal Penal Internacional ha emitido una orden de detención contra Putin que pone a prueba la lealtad de Xi
Antes de aterrizar en Moscú, Xi Jinping ha publicado una carta en el medio estatal ruso, Rossiyskaya Gazeta. “He realizado ocho visitas a Rusia. Cada vez he venido con grandes expectativas y he regresado con resultados fructíferos”, escribe mientras deja claro que busca abrir un “nuevo capítulo para las relaciones” entre ambos países. De las 1.389 palabras que componen el texto de Xi, sólo tres mientan a Ucrania. La misiva ha llegado horas después de que su homólogo hiciera lo propio en el Diario del Pueblo de China, donde ha tildado a Xi de “viejo amigo” y donde ha agradecido “la línea equilibrada” de Pekín en relación a la guerra. “Celebramos la voluntad de China de desempeñar un papel constructivo en la resolución de la crisis”, subraya.
Los prolegómenos al encuentro que se lleva a cabo desde el lunes hasta el miércoles han estado marcados por la afectividad y por la espléndida conexión que existe entre ambos; es la consecuencia de una relación que traspasa lo estrictamente profesional. Incluyendo encuentros en distintas cumbres, se han llevado a cabo casi 40 reuniones desde la primera, hace ya diez años. Esta suerte de bodas de aluminio llega precisamente en el momento más sensible, ya que el viernes, el Tribunal Penal Internacional (TPI) emitió una orden de detención contra Putin por crímenes de guerra. Le acusan de ser el responsable de la deportación forzosa de niños ucranianos.
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Además, el mes pasado se cumplió un año desde el inicio de la invasión de Ucrania, donde han fallecido más de 8.000 civiles y decenas de miles de militares de ambos bandos. Hay estimaciones - del Gobierno ucraniano- que hablan de casi 160.000 bajas rusas. Navegar las sanciones, los gastos, reforzar la cooperación, apuntalar su estrategia global, su visión conjunta… Quién da más.
Atrás ha quedado un camino de rosas comparado con el contexto en el que se produce el encuentro actual, con Occidente mirando con lupa y el bloque ruso-chinas muy comprometido a avanzar de la mano en la mayoría de los asuntos. Unidos por los retos, la cena informal del lunes sirve para poner el azúcar glasé a un bizcocho que lleva en el horno desde el 22 de marzo de 2013, cuando Xi eligió Moscú para llevar a cabo su primer viaje oficial como presidente de China. En aquel entonces, Putin rompió el hielo: “las relaciones ruso-chinas son un factor muy importante en la política mundial. Estoy seguro de que su visita dará a los lazos ruso-chinos un nuevo y poderoso impulso”. El presidente chino no se ruborizó: “tengo la impresión de que usted y yo siempre nos tratamos con el alma abierta, nuestras personalidades son parecidas. Siempre hablamos de buena manera, usted y yo somos buenos amigos”, le replicó. De este primer cara a cara salió el compromiso de fortalecer su vínculo en lo militar, en lo energético, en lo económico y en lo político.
“Bebimos juntos un poco de vodka”
El siete de octubre de 2013, día de su cumpleaños, Putin se encontraba en China. Según confesó en una entrevista con medio estatal chino, celebró la llegada de sus 61 años junto a su homólogo. “Bebimos juntos un poco de vodka. Incluso comimos bocadillos como estudiantes universitarios”, confesó el máximo mandatario ruso. No sería el último cumple que pasaran juntos. Poco más de tres meses después, Rusia invadió y anexionó Crimea a su territorio. Comenzaron las sanciones contra Moscú, se produjeron las condenas internacionales y llegó la fallida resolución del Consejo de Seguridad de la ONU a favor de la integridad y soberanía de Kiev sobre Crimea, y donde China se abstuvo; como sucede en la actualidad, tampoco condenó la anexión. Los brindis con vodka y moutai comenzaron a dar sus frutos. Los lazos se afianzaron y Pekín se convirtió en el apoyo más importante de Putin en uno de esos momento de necesidad en los que a Xi le gusta ser necesario.
El presidente chino eligió Rusia como su primera visita oficial de 2014 -durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi- y en 2015 ambos se vieron en Moscú durante la conmemoración del fin de la Segunda Guerra Mundial y un homenaje similar en en Pekín en recuerdo de “los que lucharon hombro con hombro contra el Japón militarista”, señaló Putin durante una comparecencia de prensa. Aquel año, ambos firmaron más de 20 acuerdos bilaterales entre los que se incluyeron dos en materia de Defensa. Rusia se comprometió a vender al Ejército Popular de Liberación (EPL) 24 aviones de combate Sukhoi-35 (Su-35) y cuatro sistemas SAM S-400 por aproximadamente 6.500 millones de euros. Aquel gesto fue muy significativo, ya que Putin vendió sus tecnología más sofisticada del momento y fueron muchas la voces internas que se pronunciaron en contra, preocupados de estar cediendo propiedad intelectual puntera.
“Somos amigos para siempre”
La cuarta visita del mandamás ruso a China -junio de 2016- se saldó con más guiños y diversos acuerdos en materia de energía. La afinidad seguía aumentando con comentarios como: “Rusia y China mantienen puntos de vista muy cercanos o casi iguales en la escena internacional”, tal y como apuntó Putin o el célebre “somos amigos para siempre”, que deslizó Xi. “El presidente, Putin, y yo estamos igualmente de acuerdo en que, ante unas circunstancias internacionales cada vez más complejas y cambiantes, debemos persistir aún más en mantener el espíritu de la asociación estratégica y la cooperación chino-rusa”.
Durante aquel encuentro sellaron la venta de participaciones en varios proyectos rusos a empresas chinas, un contrato de suministro de petróleo e inversiones conjuntas en proyectos petroquímicos en Rusia. Una de las curiosidades de aquella reunión fue la petición del presidente chino: una cooperación más estrecha entre las agencias de noticias estatales de ambas potencias para que pudieran “aumentar juntos la influencia” de sus medios de comunicación en la opinión pública mundial.
En 2017, en otra visita de Xi a Moscú, ambos reconocieron que su relación pasaba por el “mejor momento de la historia” y que ambos eran “los socios estratégicos de mayor confianza”. Entre piropo y piropo, la firma de acuerdos por más de 9.000 millones de euros les hacía aún más inseparables. Rusia eligió el 11 de septiembre de 2018 para llevar a cabo las maniobras militares -Vostok 2018- más potentes desde la caída de la Unión Soviética. Participaron 300.000 soldados y casi 40.000 vehículos y aviones. Moscú, por las sanciones, y Pekín, por la guerra comercial, tenían entre ceja y ceja -más aún- a EE.UU. A los ejercicios se unió el EPL. Justo en ese momento, Xi se encontraba de visita en Vladivostok durante el Foro Económico del Este y en su comparecencia conjunta ante los medios, ambos sostuvieron su compromiso de “mantenerse firmes contra el unilateralismo y el proteccionismo” y se mostraron dispuestos a construir “un nuevo tipo de relaciones internacionales y una comunidad de futuro compartido para la humanidad”.
“Amistad sin límites”
Siempre que parece que la relación no puede ir mejor, se produce otro gesto u otra declaración que eleva más aún el vínculo. En 2019, los dos presidentes enumeraron varios principios básicos que definirían su afinidad “la comprensión y acomodación mutuas, y la cooperación beneficiosa para todos”. De ahí se pasó a su “amistad sin límites” sellada en piedra durante la última visita de Putin a China en febrero del año pasado, muy poco antes de la invasión de Ucrania. El teatro geopolítico era ya una olla a presión y los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín sirvieron de marco para subir al siguiente nivel de lealtad entre los dos. Xi volvió a elegir a Putin para su primer encuentro bilateral, esta vez desde el inicio de la pandemia. “Las relaciones entre Rusia y China son superiores a las alianzas políticas y militares de la época de la Guerra Fría”, sostuvieron en una declaración conjunta. “La amistad entre los dos Estados no tiene límites, no hay áreas 'prohibidas' de cooperación”, añadieron.
Hasta este punto, la fidelidad es total. China se pone el traje de “pacificador” sin esconder unas intenciones siempre interesadas. “Nuestras dos partes han cimentado la confianza política mutua y han fomentado un nuevo modelo de relaciones entre grandes países”, explicó Xi antes de aterrizar en Moscú este lunes. “Hemos establecido un marco de cooperación integral y a varios niveles. Hemos actuado con la visión de una amistad duradera y hemos reforzado constantemente nuestra tradicional amistad. Hemos mantenido una estrecha coordinación en la escena internacional y hemos cumplido con nuestras responsabilidades como países importantes”, escribió el presidente chino. En 2022, el comercio entre las dos naciones excedió, según datos del Gobierno chino, los 190.000 millones de dólares, un 116 por ciento más que hace una década.
Ha llovido mucho desde el primer encuentro en Moscú, cuando comenzaron a tratarse “a alma abierta”. En esta nueva edición de reuniones, la prueba de lealtad será aún mayor si se tiene en cuenta que sobre Putin pesa una orden de detención de La Haya por crímenes de guerra. El mes pasado, China presentó una propuesta de 12 puntos a Rusia para un alto al fuego que fue rechazado por el Kremlin. Cada reunión entre ambos mandatarios se supera y esta es, hasta el momento, la más relevante de la última década.