Estados Unidos ha desclasificado las imágenes que registran el polémico impacto de un caza SU-27 de la Fuerza Aérea de Rusia contra su dron no tripulado MQ-9 en el Mar Negro; un suceso que ha disparado de nuevo la tensión entre ambos países entre un continuo cruce de acusaciones.
En las imágenes, se ve cómo un avión ruso se acerca al dron y arroja combustible al aire. En una primera aproximación del SU-27 al MQ-9, en el vídeo puede apreciarse cómo la cercanía entre ambos provoca los primeros problemas en la transmisión.
Después, en una segunda aproximación, la táctica vuelve a repetirse: el caza vuelve a arrojar combustible cerca del dron, aunque en esta ocasión el avión ruso “pasa todavía más cerca” del aparato estadounidense, como resume el Mando de Estados Unidos en Europa, que también ha difundido el vídeo.
En ese instante, ambos “colisionan” y se pierde la grabación durante "aproximadamente 60 segundos", según refieren las fuerzas norteamericanas.
Tras estos hechos, que tuvieron lugar el pasado martes sobre aguas internacionales, el Pentágono denunció que el impacto contra su vehículo aéreo no tripulado se produjo por una maniobra “poco segura y poco profesional” por parte de dos aviones rusos. El Kremlin, por su parte, negó que sus aeroplanos entrasen en contacto con el dron, valorado nada más y nada menos que en 30 millones de dólares.
Estados Unidos recalca que este incidente no es un hecho aislado, acusando a las Fuerzas Aéreas rusas de su peligrosa maniobra y asegurando que arrojaron combustible sobre el dron y después dañaron una de sus hélices, razón por la cual se vieron obligados a derribar su propia aeronave..
A este respecto, y mientras la tensión sigue en aumento, –impulsada en el contexto de la guerra en Ucrania–, se teme que un error fatal pueda derivar en una escalada de hostilidades. Washington denuncia “un patrón de acciones peligrosas” por parte de pilotos rusos, y pide contención:
"Nuestra aeronave MQ-9 estaba realizando operaciones de rutina en el espacio aéreo internacional cuando fue interceptado y golpeado por un avión ruso, lo que derivó en un impacto y en la pérdida completa del MQ-9", explicaba el comandante James B. Hecker tras el suceso, advirtiendo de que “casi” hubo un choque total, al tiempo en que instaba a las fuerzas rusas a comportarse de una manera “profesional y segura” en la zona en la medida en que EEUU y sus aliados “seguirán operando en el espacio aéreo internacional”.
Desde el otro lado, el Ministerio de Defensa de Rusia se apresuró a señalar que el dron estadounidense fue avistado cerca de la Península de Crimea y se dirigía rumbo “hacia la frontera estatal rusa”, por lo que miembros de la Fuerza Aérea se dirigieron hacia el vehículo no tripulado para identificarlo.
Sobre ello, desde el Kremlin aseguran que el dron volaba con los transpondedores apagados y violando el área delimitada "de conformidad con las normas internacionales" para realizar sobrevuelos en espacio aéreo internacional.
En ese proceso, defienden en un comunicado, los militares rusos en ningún momento hicieron uso de armamento ni llegaron a entrar en contacto con el dron estadounidense y apuntan que su derribo se produjo debido a una serie de "maniobras bruscas" del mismo tras "descontrolar su vuelo", algo a lo que Estados Unidos contesta divulgando el vídeo del suceso.