En plena escalada de tensión con Washington por el derribo de un dron estadounidense en el Mar Negro, Vladimir Putin se ha puesto virtualmente a los mandos de un helicóptero. El presidente ruso realizaba una prueba en el simulador de la planta donde se fabrican estas aeronaves. Ucrania ha acusado a Putin de querer expandir el conflicto al enviar sus aviones de combate a abatir un aparato no tripulado del ejército estadounidense.
Pero es Moscú la que califica de provocación ese incidente entre un dron de EEUU y cazas rusos sobre el mar Negro, aunque asegura que no están interesados en ninguna confrontación. Rusia niega que sus aviones hicieran uso de su armamento o entraran en contacto con la aeronave estadounidense.
Las autoridades rusas quieren localizar y recuperar los restos de la aeronave no tripulada después de que la Administración de Joe Biden reconociese la dificultad de rescatar lo que pueda quedar del dron.
"No se si podremos conseguirlo, pero tenemos que hacerlo", ha dicho el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Patrushev, confiado en que los trabajos tengan "éxito" y Moscú pueda hacerse con la aeronave desaparecida, un modelo MQ-9 que sufrió el impacto de un caza SU-27.
El dron abatido por los caza rusos tiene capacidad para entrar en combate, pero fue diseñado para prolongadas labores de vigilancia. Así es el aparato que Estados Unidos afirma que tuvo que derribar este martes sobre el mar Negro después de que un caza ruso lo golpeara, haciendo que perdiera el control.
También conocido como "Predator B", tiene el aspecto de un avión, puede alcanzar una velocidad máxima de 480 kilómetros por hora, mide once metros y pesa unos 2.200 kilogramos, según figura en la web de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
Fue diseñado por la compañía General Atomics y entró en funcionamiento en 2007, convirtiéndose en uno de los primeros drones con capacidad para entrar en combate y que, además, podía llevar a cabo labores de vigilancia durante mucho tiempo y a gran altura.