Alexander Dyakov, fue detenido por las tropas rusas en Ucrania por su activismo. Fue en septiembre, cuando Jersón estaba ocupada. Le torturaron durante 17 días y le han quedado secuelas para toda la vida. Ahora, vuelve por primera vez al lugar donde estuvo encerrado. Si fuese por él, dice, tiraría el edificio abajo.
El hombre vuelve por primera vez al lugar en el que los rusos le torturaron durante 17 días, aún le cuesta andar por las heridas que le dejaron.
Las salas de interrogatorio estaban en el sótano. “Aquí nos iban dando descargas eléctricas por turnos a un compañero y a mí”, recuerda. Quiere creer que su compañero sigue preso en algún lugar de Rusia.
Dice que es muy doloroso volver. Aquí le golpearon tanto que lo dejaron discapacitado de por vida.
Busca su celda, pero es difícil porque siempre iba con los ojos vendados, y cuando la encuentran, explica que estaban hasta siete personas en dos camas. Al principio dormía en el suelo, pero cuando la pierna se le puso muy mal le dejaron dormir en la cama. “Marcaba cada día que pasaba”, dice.
El día que le sacaron, encapuchado, pensaba que le llevaban al monte a matarle. No fue así. “Me llevaron a un hospital, un médico ruso no quiso tratarme, me llevaron a otro. Tenía ya gangrena en la pierna”, cuenta.
Pasó dos meses en el hospital. Lo querían juzgar por terrorismo, pero los ucranianos liberaron la ciudad antes. Dice que si por él fuera tiraría este edificio abajo. No quiere volver a verlo.