La ciudad de Bajmut en Ucrania sigue resistiendo con agallas la fiereza de los ataques rusos. Allí, tras un año de intensos combates, la imagen es desoladora. Las calles están repletas de escombros de los múltiples edificios derruidos por los intensos ataques de las tropas del ejército de Rusia, quien en las últimas horas ha recrudecido los ataques en el asedio de Bajmut para hacerse con esta zona ucraniana. Esta ciudad de la región del Dombás, lleva asediada por ejército ruso desde hace seis meses, dejando una auténtica catástrofe humanitaria.
En palabras del propio Presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, la situación ha empeorado en las últimas horas. Alzar la bandera en Bajmut, supondría una gran victoria para el Kremlin, por lo que se han desplegado en la zona los equipos más sofisticados y preparados con los que cuenta Rusia. Si finalmente consiguen hacerse con Bajmut, la siguiente en caer sería Kramatorsk. Allí, los habitantes que aún resisten, ven como el enemigo se acerca peligrosamente cada vez más.
Los habitantes de Kramatorsk miran el horizonte con miedo. A apenas 30 kilómetros de ellos se está llevando a cabo una de las batallas más largas y sangrientas desde que dio comienzo la guerra en Ucrania hace ya más de un año. Temen que tras la caída de la ciudad vecina de Bajmut, el siguiente objetivo de las tropas rusas sean ellos, Kramatorsk.
A pesar de ello, son muchos los que se niegan a abandonar sus hogares a pesar de ser conocedores de la crudeza con la que llevan a cabo sus ataques el ejército ruso: sin piedad hasta con los animales. Uno de los equipo de combates rusos, el Grupo Wagner, está utilizando a sus mejores hombres para intentar rodear la ciudad de Bajmut y cortar el único acceso que queda abierto desde la ciudad de Chasiv Yar. Al igual que con Kramatorsk, tras la caída de Bajmut, Chasiv Yar quedaría totalmente desprotegida a merced de las tropas rusas.
A tan solo 10 kilómetros de la línea de combate, allí todavía permanecen cientos de personas que se niegan a abandonar sus hogares. La mayoría de ellos son ancianos, que se esconden en habitaciones oscuras a que cesen los bombardeos. Bien por temor o por desconocimiento no quieren abandonar el lugar donde han crecido. "Nací y crecí aquí, en Chasiv Yar. No tengo a donde ir, me quedo", asegura un anciano quien resiste junto a otros que no quieren abandonar Ucrania en una pequeña habitación.
Esta difícil situación, viviendo a oscuras y con temor al incesante ruido de las explosiones, está pasando factura a los que resisten en Chasiv Yar, como es el caso de Nadia. A su avanzada edad está siendo víctima de problemas psicológicos, tiene miedo y ataques de ansiedad después de haber perdido recientemente a su hijo en un bombardeo: "Quiero que alguien me ayude, no quiero disparos. Estoy sola". En su caso, se niega a abandonar Chasiv Yar porque allí enterró a su hijo. "Él está aquí y no me iré a ningún lado", asegura la anciana.