Después del carbón y el crudo, el pasado 5 de febrero la Unión Europea prohibió las importaciones de productos petroleros rusos refinados, como el diésel, procedentes de Rusia –que había sido primer cliente tradicional- como una más de las sanciones impuestas a Moscú tras la invasión de Ucrania. Al no verse afectados por el veto, Marruecos y Turquía se han erigido en dos inopinadas vías de entrada del diésel ruso en la UE. Sin ser ilegal, el flujo de hidrocarburo ruso hacia otros mercados supondrá un alivio relativo para Moscú.
En diciembre de 2022 Turquía importó 213.000 barriles diarios de diésel ruso –la cifra más alta desde al menos 2016-, según datos de Vortexa Ltd. recogidos por Bloomberg. Correlativamente, el país presidido por Recep Tayyip Erdogan ha incrementado las exportaciones de diésel a la UE. De manera global las exportaciones turcas del hidrocarburo batieron récords el pasado mes de enero.
Igualmente, en el caso de Marruecos, país magrebí ha incrementado de manera notable las importaciones de diésel ruso en los últimos meses. Al tiempo, ha reducido las compras a España y Arabia Saudí y aumentado también las adquisiciones de diésel a Italia y a Letonia desde el mes de noviembre de 2022.
En el conjunto de 2022 Marruecos adquirió 735.000 toneladas de diésel, lo que contrasta con las 66.000 toneladas del año precedente, según recoge el digital marroquí Le Desk. En el arranque de 2023, el diésel ruso representa ya el 45% del total de adquisiciones marroquíes. Sólo en enero el país norteafricano importó 140.000 toneladas de diésel ruso y 68.000 barriles diarios.
Por ahora ningún alto responsable gubernamental marroquí se ha referido en público a la cuestión, aunque la prensa marroquí no oficialista y vinculada a partidos de la oposición al Gobierno ha dado cuenta de la cuestión en los últimos días. El semanario local TelQuel auguraba que el circuito marroquí, como el turco, adquirirán una “importancia capital” en los próximos meses.
En cualquier caso, las importaciones de diésel vía Marruecos y Turquía no bastarán para compensar la demanda que Rusia perderá con la entrada en vigor de las sanciones comunitarias: para Rusia se trata de un alivio parcial que le obligará a seguir buscando mercados.
Por lo que respecta al crudo ruso, destacan, por encima del resto, dos compradores: China y la India. Entre los dos acaparan el 88% de las compras del hidrocarburo ruso. India dobló el pasado mes de diciembre las compras del hidrocarburo -137.000 barriles diarios según datos de Kpler-, que en las refinerías del país del sur de Asia se procesa para ser vendido luego en Europa como diésel no ruso. Y son precisamente las aguas territoriales de la ciudad autónoma de Ceuta -que Marruecos no reconoce- una de las vías a través de la que el petróleo ruso viaja camino de los dos gigantes asiáticos (el pasado mes de enero transitaron diariamente entre diferentes embarcaciones, desde los pequeños aframaxes a los VLCC, 180.000 barriles diarios).
Según datos de Bloomberg, las exportaciones rusas -desde los puertos del mar Negro y Báltico- de diésel y gasóleo de bajo contenido en azufre se incrementarán este mes de febrero entre un 5% y un 10%, hasta alcanzar los 4.300 millones de toneladas. Rusia exportará 730.000 barriles diarios de diésel desde puertos occidentales, cifras solo alcanzadas a comienzos de 2020. En consecuencia, las autoridades rusas no prevén reducir la actividad de sus refinerías en las próximas semanas y a pesar de las sanciones. La circunstancia actual es especialmente atractiva para los operadores que sean capaces de comprar petróleo ruso barato y venderlo en el interior de la UE a los precios fijados por las autoridades comunitarias.
Tampoco para la UE será fácil prescindir del diésel ruso: en enero la UE importó 612.000 barriles de diésel diario, lo que se sitúa en torno a un 25% del diésel importado por el bloque de los 27 el mes pasado. De la misma manera, el bloque comunitario seguía suponiendo en enero el 41% de las exportaciones de diésel ruso, según datos de Bloomberg. El remplazo lo suponen los hidrocarburos procedentes de Arabia Saudí, China, Kuwait, India, Malasia o Togo, según datos de Refinitiv. En línea con el G7, la UE ha fijado un tope a los precios de los hidrocarburos rusos –un máximo de 100 dólares por barril de diésel y de 45 dólares en el caso de otros derivados del petróleo- vendidos desde el bloque a terceros países. El objetivo de las autoridades comunitarias es reducir los ingresos del Kremlin con idea de que la maquinaria bélica rusa se resienta.
Lo cierto es que desde que comenzó la guerra en Ucrania, Marruecos, fiel a su doctrina diplomática, se esfuerza por desarrollar las mejores relaciones posibles con Occidente al tiempo que se empeña por mantener intacto el vínculo con Moscú. Su objetivo, teniendo como centro de sus preocupaciones el conflicto del Sáhara Occidental, es evitar que Moscú se acabe decantando por Argel –y su protegido Frente Polisario- en el conflicto por la soberanía de la ex colonia española.
No en vano, Marruecos evitó participar en la votación de condena de la Asamblea General de Naciones Unidas el 2 de marzo de 2022. En contrapartida, Moscú ha evitado incluir al país magrebí en su lista de “países inamistosos” y, por ende, objeto de restricciones y sanciones. Como prueba de que las relaciones entre Rabat y Moscú siguen siendo fluidas, el pasado día 10 el viceministro de Exteriores ruso Sergei Vershinin y el embajador marroquí en la Federación Rusa Lofti Bouchaara mantuvieron una reunión de trabajo en Moscú.
Según la nota difundida tras el encuentro, Vershinin y Bouchaara abordaron cuestiones de la actualidad regional, incluido el conflicto del Sáhara. Entretanto, el ministro ruso de Exteriores Serguei Lavrov dedicaba gran parte del mes a llevar a cabo una extensa gira a través del continente africano, que lo llevaría por Sudáfrica, Mauritania, Mali y Sudán con el objetivo de seguir ampliando la influencia rusa en un momento crítico para los intereses de su país en Europa.