Silencio y desconcierto en torno a las aduanas comerciales de Ceuta y Melilla
Los empresarios ceutíes y melillenses expresan su enfado por la falta de información ofrecida por el Gobierno central sobre la apertura de las prometidas aduanas
El pasado 27 de enero las nuevas aduanas fueron objeto de una aparentemente satisfactoria “prueba piloto” sin que se sepa nada más desde entonces
Desde Marruecos no se ofrece ninguna pista sobre el calendario de apertura, aunque fuentes gubernamentales citadas por la prensa local aseguran seguir “a la espera” de “profundizar la coordinación y el diálogo” con España
Parafraseando al general, ni están ni se las espera. Superados los diez meses desde que el Gobierno de España se comprometiera en Rabat –en el marco de la visita de Pedro Sánchez a Mohamed VI el 7 de de abril- a la reapertura de la aduana comercial de Melilla y la creación de una nueva en Ceuta no hay en estos momentos visos de que vayan a ser realidad a corto plazo. La esperada XII Reunión de Alto Nivel Marruecos-España, horizonte que el Ejecutivo Sánchez se había fijado para ultimar el calendario de apertura de las infraestructuras, concluyó hace diez días y nadie habla ya de hoja de ruta.
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El enfado y el desconcierto entre los empresarios de las dos ciudades autónomas van en aumento. Se lamentan de la falta de información por parte del Gobierno central desde que la Declaración conjunta del pasado 7 de abril estableciera en su punto tres que “la plena normalización de la circulación de personas y de mercancías se restablecerá e manera ordenada, incluyendo los dispositivos apropiados de control aduanero (…)”. Máxime cuando el 27 de enero pasado ambos pasos fronterizos fueron testigos de una suerte de “prueba piloto” puntual cuyo aparente éxito –Sánchez aseveró estar “muy satisfecho” por la misma- no se ha concretado en ningún avance hacia la apertura de las aduanas.
Tal es la indignación que en Melilla la Confederación de Empresarios de la ciudad autónoma (CEME-CEOE) anunciaba al término de la cumbre hispano-marroquí romper relaciones con la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, por haberles “mentido” sobre la aduana. Según el presidente de la patronal melillense, Enrique Alcoba, la delegada del Ejecutivo central les prometió que la aduana se abriría al término de la RAN, celebrada los días 1 y 2 de febrero.
Respecto a la necesidad de seguir haciendo pruebas y ensayos, recuerdan los empresarios al Gobierno de Pedro Sánchez que desde 2010 hasta julio de 2018, fecha en que Marruecos cierra la aduana, se produjeron más de 36.000 expediciones comerciales de exportación y 45.000 de importación, según datos de la Dependencia Provincial de Aduanas e Impuestos Especiales de Melilla recogidos por Europa Press. En el caso concreto de Ceuta, el Plan Integral de Desarrollo Socioeconómico de Ceuta, presentado en octubre pasado, contemplaba una partida inicial de 120.000 para acondicionar la frontera ante la inminente apertura de la aduana.
No sólo preocupa el cuándo, sino el cómo. Desde la Delegación del Gobierno en Ceuta se ha admitido en los últimos meses que la nueva aduana tendrá un “carácter regional”, sin que desde el Ejecutivo se haya precisado nunca qué conllevaría una aduana de dimensiones regionales en relación a otra “normal” y para desconcierto y enfado de los empresarios. “El de aduana regional es un concepto inaudito. Otra tontería para justificar lo injustificable. Tras la absurda prueba histórica la aduana sigue cerrada a cal y canto”, lamenta a NIUS el empresario melillense José Luis Martínez Lázaro.
Una reclamación irrenunciable para Rabat
No es necesario conocer los arcanos de la monarquía alauita y la historia de Marruecos para tener claro que la apertura de las aduanas desagrada a Rabat, cuyas autoridades han evitado referirse a la cuestión durante todos estos meses. Tampoco debe sorprender al lector que para Marruecos la reivindicación de la soberanía sobre las dos ciudades autónomas es irrenunciable, con independencia de que la cuestión pase más o menos desapercibida por motivos tácticos y de que lo cierto es que Rabat no ha elevado su reclamación de manera formal a ningún foro internacional hasta la fecha.
Liquidado el contrabando–modo de vida para miles de personas en las provincias marroquíes de Tetuán y Nador- como resultado de la acción conjunta de ambos gobiernos –España exige visado Schengen a quienes quieran ingresar en las ciudades autónomas-, Rabat no parece precisamente entusiasmado por estimular la integración comercial de las dos ciudades en su entorno marroquí. Una fuente oficial citada por el digital Hespress, el más leído de Marruecos, aseguraba que desde el Gobierno se sigue “a la espera” de “profundizar la coordinación y el diálogo” para avanzar en la apertura de las aduanas.
No en vano, Marruecos cerró la aduana comercial de Melilla en agosto de 2018 y acabó con el contrabando en Ceuta en octubre de 2019. Desde marzo de 2020 hasta mayo de 2020 las fronteras permanecieron clausuradas por razones oficialmente sanitarias, aunque la crisis diplomática prolongó el cierre por encima de los dos años.
El Gobierno insiste en la apertura “ordenada” y “gradual”
Una y otra vez desde que el Gobierno de Pedro Sánchez lanzara la promesa hace más de diez meses en la capital marroquí desde el Ejecutivo se justifica el retraso en la apertura de las aduanas comerciales en la necesidad de aquella sea “ordenada” y “gradual”. A juicio del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, la razón de tanto retraso es “evitar escenas indignas del pasado” –escenas que, por otra parte, ambos gobiernos permitieron durante décadas por mor de una lucrativa actividad económica en torno a las fronteras- y “motivos de seguridad” si hay “efecto llamada” (a pesar de que no parece verosímil que el paso de mercancías en camiones vaya a provocar concentraciones masivas de personas en torno a la frontera).
Por parte de Marruecos, sus autoridades no han mostrado precisamente entusiasmo por la apertura de las aduanas. Fue el caso del director general de las Aduanas marroquíes, Nabyl Lakhdar, quien en una entrevista al semanario TelQuel a comienzos del pasado mes de junio aseveraba que la geografía física de las fronteras impide la apertura de la infraestructura. De la misma forma, el pasado 21 de septiembre en Nueva York y en presencia de su homólogo español José Manuel Albares, el jefe de la diplomacia marroquí Nasser Bourita avanzaba “la normalización del paso de mercancías y personas por los pasos terrestres y marítimos” sin referirse por su nombre a las ‘aduanas’ en las ‘fronteras’ de las ciudades de Ceuta y Melilla.
Los hechos demuestran que el optimismo del Gobierno de España y, concretamente, de su ministro de Exteriores, José Manuel Albares, respecto a la inminente apertura de las aduanas comerciales tenía poco fundamento. Madrid tendrá que seguir esperando el favor de Rabat para lograr que las aduanas, el esperado primer gran logro concreto para los intereses españoles en la nueva etapa en las relaciones bilaterales, vean la luz. Dada la satisfacción del Ejecutivo al haber conseguido aplacar la indignación y las presiones marroquíes desde hace casi un año, la única certeza es que las negociaciones seguirán presididas por el deseo de no importunar a Rabat.