Siria, un país en guerra desde hace 12 años, también está devastada tras los terremotos. La situación se complica por el aislamiento del país debido a las sanciones internacionales. El primer convoy con ayuda humanitaria ha tardado tres días en llegar. Los sirios están más solos que nunca. Mientras, en Turquía, la gente tiene que enterrar a sus muertos con sus propias manos porque el Estado no tiene capacidad.
Como el padre que sujeta la mano de su bebé muerto. Roto de dolor, el hombre no puede dejar de llorar. Este sirio recuerda la imagen del hombre de Turquía que permaneció junto al cadáver de su hijo sepultado bajo los escombros.
Y es que días después del temblor, a Siria no llega ayuda humanitaria. Mateo cuenta desde Alepo que no hay equipos de rescate internacionales. “No se oyen helicópteros que habría en caso de emergencia”, dice.
La escasa ayuda que llega a Siria lo hace desde Rusia, La Media Luna Roja o de los Salesianos con los que colabora Mateo. “Desde el Líbano llegan ayudas económicas, pero no materiales por las restricciones”, dice Mateo. Las sanciones internacionales a un país en guerra desde hace 12 años lo impide.
Una de las zonas más dañadas por los terremotos en Siria es la que está bajo control rebelde. Quienes viven allí lo tienen todavía peor si cabe porque el Gobierno no va a permitir que les llegue nada.
La guerra, las trabas de Damasco y unas carreteras muy dañadas por el seísmo complican hasta el límite la atención a las víctimas. La Unión Europea ha entregado tres días después de los terremotos un primer paquete de emergencia. Pero hay 3.200 muertos y ni se sabe cuanta gente damnificada.