Con diez provincias afectadas, desde las llanuras de Adana en la costa mediterránea hasta cumbres de 2.500 metros de altitud en Malatya, el terremoto de Turquía no es solo uno de los más fuertes sino también de los más extensos en muchas décadas.
En la zona donde se ha registrado el terremoto pasa la falla geológica de Anatolia oriental, que separa las placas tectónicas del altiplano anatolio de las llanuras de Arabia y se prolonga hasta Adana en el Mediterráneo. A lo largo de esta falla se han contabilizado muchas decenas de terremotos de hasta 6 grados de magnitud durante el último siglo, y siete de entre 6 y 7 grados, pero ninguno de la fuerza destructiva del actual.
Las fallas que se dan en esta zona tienden a producir terremotos más o menos superficiales, lo que provoca un problema. "Cuanto más superficial ocurra el terremoto más contenido energético llega a la superficie, porque no se filtra nada por el camino", explica Mercedes Feriche, responsable del Área de Prevención del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada.
Esta zona es un punto muy complicado ya que confluyen hasta tres placas tectónicas: la de Anatolia, la de Arabia y la de África, lo que le hace todavía más peligroso. África choca con Europa y Asia y este movimiento se concentra especialmente en esa zona de Oriente Medio.
Los mayores sismos registrados en Turquía hasta ahora se habían registrado en la falla de Bitlis-Zagros, que se extiende del extremo este de Anatolia hacia las montañas de Irán y en la falla de Anatolia norte, que transcurre a lo largo de la costa del Mar Negro y llega hasta el mar de Mármara, al sur de Estambul.
La primera es responsable del terremoto de Van, de magnitud 7,2 que dejó más de 600 muertos en 2011 y la segunda era causante del terremoto de Izmit, de magnitud 7,6, que en 1999 arrasó esta ciudad situada 80 kilómetros al este de Estambul y causó más de 17.000 muertos.