Terror y desconsuelo en Turquía y Siria tras el devastador terremoto que ha sacudido a ambos países. Con epicentro en el distrito de Pazarcik, en la provincia turca de Kahramanmaras, los muertos ya se cuentan por miles mientras multitud de personas continúan desaparecidas. Entre los escombros, los gritos de dolor se mezclan con el de aquellos que, encontrando todavía fuerzas, claman por auxilio. Los efectivos de rescate trabajan sin descanso, mientras la población continúa aterrada: “El miedo más terrible que la gente está sufriendo son las réplicas”, afirman, mientras ya se han sucedido hasta 78, una de ellas de magnitud 7,6 en la escala Richter.
Según las autoridades de ambos países, ya son más de 1.900 los decesos que se contabilizan, pero dan por hecho que la cifra continuará aumentando. Las imágenes y los vídeos grabados en la zona dan cuenta de la magnitud de la tragedia y no incitan a pensar de otro modo.
Tras desatarse el primer temblor, los edificios comenzaron a caerse. Uno a uno, hasta los 2.800 que se han derrumbado, según datos preliminares ofrecidos por el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, quien ha señalado que este es "el mayor desastre desde el terremoto de 1939", que dejó más de 30.000 muertos.
A los derrumbes, concatenados entre fuertes estruendos e intensas humaredas, les acompañaron también incendios y explosiones, entre ellas las de algunos gasoductos que quedaron fuera de control en plena saturación de los servicios de emergencias.
Mientras, en las viviendas, miles de familias se veían atrapadas, impotentes, entregadas a su suerte entre rezos para no morir aplastadas. Tras los derrumbes, los supervivientes con sus propias manos intentaban excavar y quitar escombros en busca de sus allegados.
Ante una situación desoladora, con Turquía en máximo nivel de alerta, la comunidad internacional se ha movilizado mientras tanto para enviar ayuda y equipos de búsqueda.
También en Siria la situación ha sido catastrófica. Aquí las autoridades contabilizan más de 800 muertos, entre las zonas controladas por el Gobierno y las dominadas por los rebeldes en las provincias de Idlib y Alepo, en el noroeste del país.
“Me desperté temblando yo también”, cuenta el padre Georges Sabe, de los Maristas Azules de Siria, en declaraciones a Informativos Telecinco.
Desde el lugar, habla de una catástrofe “un poco apocalíptica”, con los servicios sanitarios y algunos hospitales colapsados.
“Necesitaremos para la noche colchones, mantas”, cuenta, explicando que han dado refugio en la casa de los hermanos Maristas de Aleppo a multitud de personas que se han quedado sin hogar.
La falta de medios es también visible en la zona, donde muchos permanecen sumidos en el pánico: “El miedo más terrible que la gente está sufriendo son las réplicas”, explica.