Amanece Rabat en estos los más fríos días invernales –Marruecos vive una intensa ola de frío en zonas del interior y en las últimas madrugadas en la capital el mercurio ha bajado de los cinco grados- con una luz cegadora, especialmente a mediodía. Si no hace viento, el sol calienta hasta el punto de regalar una placentera sensación a los viandantes y a quienes aguardan no se sabe qué en los veladores de los cafés y snacks. El cielo de Rabat es un espectáculo, pero todos saben en la ciudad que tiene que llover más porque el campo sigue muy seco.
En un momento del mediodía del martes el periodista se sube a un petit taxi azul y le pide al conductor que lo lleve a la estación de tren central. Abajo la medina antigua, a un lado el Parlamento; allá en lo alto, el Palacio Real.
-¿Sabe usted que mañana viene el presidente del Gobierno de España y muchos ministros a Rabat? ¿Ha visto algo especial en las calles, más seguridad…?
-El presidente no sé, pero el Real Madrid viene a Rabat la semana que viene para el Mundial de Clubes. ¿Vas a ver el partido?
En efecto, poco hay que indique que estamos en las vísperas de la “histórica” XII Reunión de Alto Nivel Marruecos-España, la esperada cumbre de la flamante “nueva” e “inédita” relación bilateral nacida del giro diplomático del Gobierno Sánchez en el Sáhara de la primavera pasada. Lo más notorio en el eje central del Rabat colonial, el bulevar Mohamed V, en la luminosa tarde del martes es que se escucha más español de lo habitual en las calles. Aunque el centro tiene buenas cifras, no tiene que ver con los progresos de los alumnos del Instituto Cervantes de Rabat (por cierto: el primer anuncio, no sabemos si será uno de los veinte acuerdos prometidos para la cumbre, es la apertura de una sede del Cervantes en El Aaiún, la principal ciudad del Sáhara Occidental; un nuevo gesto del Gobierno hacia Marruecos).
Quienes emplean la lengua castellana en las principales arterias comerciales de Rabat son los periodistas y empresarios españoles residentes o llegados a la capital marroquí para la celebración de la XII Reunión de Alto Nivel, un hito según los responsables del Gobierno de España (el formato, por cierto, se estrenó hace 30 años y el Tratado de Amistad de 1991 fijó para él una periodicidad anual que no se ha cumplido). La puesta en escena definitiva, 12 ministros españoles confirmados, de la nueva asociación.
Aparentemente las medidas de seguridad son las habituales en el entorno del Parlamento de Marruecos y Palacio. No hay banderas españolas –ni al derecho ni al revés- adornando el centro de la capital junto a las marroquíes como en otras ocasiones de gala y postín, ni aparentes mejoras estéticas en glorietas, bulevares y acerados en general del centro de la ciudad. Tampoco la clase política marroquí se ha esmerado precisamente en cantar las alabanzas de la cita bilateral en las últimas horas. La noticia de la cumbre pasa más que desapercibida en medios oficiales y terminales oficialistas.
Entre los despachos de la web de la agencia oficial, la MAP, destaca una entrevista con el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero: “La Reunión de Alto Nivel (RAN) será la consolidación de esta nueva etapa, el lanzamiento de un ambicioso programa de cooperación económica y cultural y una oportunidad para el desarrollo del África Subsahariana, que es el gran reto y el gran compromiso”.
Pero a pesar del entusiasmo manifestado una y otra vez por los miembros del ala socialista del Ejecutivo –porque de Podemos e Izquierda Unida no habrá representación, toda vez que ambas formaciones se oponen al apoyo de Sánchez al plan de autonomía marroquí para el Sáhara- aún no se conoce a esta hora si el rey Mohamed VI recibirá al presidente del Gobierno Pedro Sánchez en Rabat. Se desconoce, pues, si habrá dos sin tres: por primera vez el monarca se entrevistó con el jefe del Ejecutivo el 19 de noviembre de 2018 y por segunda ocasión el rey de Marruecos hacía lo propio el pasado 7 de abril, con un apretón de manos que sellaba el fin del último desencuentro diplomático. Según el Gobierno, la RAN que empieza hoy, la primera en casi ocho años, aspira a poner fin “para siempre” a las crisis cíclicas que sufren las relaciones entre los dos países.
Mientras el monarca alauita decide si se encuentra o no con Sánchez, quien se ha caído en el último momento del cartel del flamante I Foro Empresarial Marruecos-España que abre la cita es el presidente de la CEOE Antonio Garamendi, que alegó ayer “motivos personales” mientras en el Senado Sánchez anunciaba la subida del salario mínimo y horas después de una reunión en Trabajo de la que la principal organización empresarial española tampoco estuvo (la patronal ha estado ausente desde el principio de las negociaciones).
Apenas conocida su existencia el pasado viernes, el encuentro organizado por la Confederación General de Empresas de Marruecos (CGEM) en el hotel Marriott de Rabat abrirá hoy la RAN con el objetivo de que el primer plato de la cita sea celebrar las buenas cifras del comercio bilateral a lo largo de 2022 (lo cierto es que, habida cuenta de los discretos logros de orden político de la alianza hispano-marroquí, el récord comercial, ajeno a los vaivenes de la relación diplomática, constituye el mayor éxito de la vecindad). Con todo, el encuentro empresarial es la única actividad de la que hay a esta hora un programa definido, a falta de que los organizadores ofrezcan algún dato sobre el programa de la segunda y decisiva jornada de la RAN, la de mañana jueves.
En medio de tanto entusiasmo por parte española, el digital Le Desk dedica uno de sus principales titulares a una entrevista con el catedrático honorario de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid y uno de los mayores especialistas en relaciones hispano-marroquíes Bernabé López García. El gancho no deja de ser una advertencia del profesor ante tanto triunfalismo: “Hace cien años se decía ya que Marruecos tenía más influencia sobre España que a la inversa”.
Como con la RAN, una cita que tendrá que justificar entre hoy y mañana la vindicación de “histórica” que hace el Ejecutivo Sánchez –en todo caso a principios de enero se anunciaban cien acuerdos y hoy solo dos decenas-, pasa de alguna forma como con el periodismo y la lírica: hay casi ya más periodistas que lectores de periódico y más poetas que lectores de poesía. A falta de calor popular y expectativas, el entusiasmo lo han puesto hasta ahora los informadores y otros participantes en una capital marroquí que sigue a lo suyo. O lo que es lo mismo, a las cosas del comer y del vivir.