Entre lágrimas, con el corazón en el pecho y con el ruido incesante de las bombas cayendo a su alrededor, los ciudadanos de Bajmut se ven obligados a abandonar su hogar. La fiereza de los ataques rusos en esta región se han intensificado en las últimas semanas, quizás como un grito desesperado del Kremlin, quien está perdiendo poco a poco territorios, antes de que lleguen los refuerzos para Ucrania de países europeos y Estados Unidos. La ciudad se encuentra inhabitable, los pocos habitantes que quedan viven rodeados de escombros y cristales rotos. Durante este tiempo, han estado protegiendo con garras lo que un día fue su hogar.
La Guerra de Ucrania está a punto de cumplir un año. Lo que para Putin iba a ser una invasión rápida, finalmente se ha convertido en un sanguinario campo de batalla donde decenas de miles de personas han perdido la vida. A pesar de que el ejército ucraniano ha mostrado su fuerza recuperando gran parte del territorio conquistado por los rusos, el Kremlin no se iba a dar por vencido, queriendo recuperar la ciudad de Bajmut, un punto clave para su ofensiva, según el empresario ruso y fundador del grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin.
Las bombas no paran de caer y, los pocos habitantes que quedan, deber huir. Para ello, tienen la ayuda de voluntarios quienes evacúan a todos aquellos que lo necesitan. En una de estas últimas fugas, han estado a punto de no conseguirlo. Un grupo de civiles se dirigía despavoridos hacia el punto de encuentro, allí le estaba esperando un vehículo que les sacaría de la ciudad.
De camino, un proyectil impactaba contra el suelo a escasos metros de distancia, levantando una gran nube de polvo. Tras el impacto, la familia se echa temblorosa al suelo, para pocos segundos después correr hasta su objetivo. Finalmente, consiguen llegar sanos y salvos hasta la furgoneta, donde les estaban esperando los dos voluntarios que les ayudarían a escapar con éxito de Bajmunt.
Según se van alejando de su hogar, el sentimiento de nostalgia los invade. Entre lágrimas, no pueden creer que hayan tenido que dejar toda su vida atrás por las intenciones de un tirano de recuperar unos territorios que no le pertenecen. Mientras ellos lloran, los voluntarios tienen un sentimiento completamente distinto. El de la alegría de haber completado con éxito un nuevo rescate.
No siempre es así. Otro grupo como ellos, que se encargaba de evacuar a los habitantes de las zonas de riesgo, moría la pasada semana durante una extracción. Un sacrificio que agradecían aquellos a los que salvaban con un "gracias" y la mano en el pecho. Un gesto de sincera gratitud.