Pietro Orlandi, el hermano de Emanuela, la joven ciudadana del Vaticano desaparecida en junio de 1983 en un caso aún sin resolver, dice habitualmente que su hermana es una pieza que conecta Estado, Iglesia y criminalidad. Un enigma demasiado grande que dura ya cuarenta años y a los que Italia, y la Santa Sede, aún no han conseguido dar una respuesta.
Ahora que se cumplirán tras unos meses cuatro décadas sin ella, en los que la familia no ha dejado ni un minuto de buscarla, el Vaticano, por primera vez, abrirá una investigación completa sobre un caso del que nunca ha querido dar respuestas. Pero Emanuela era ciudadana de la Santa Sede. Su silencio ha encendido muchas más alarmas de las buscaba difuminar, ha conseguido el efecto opuesto. Más atención y más necesidad de respuestas.
Algo que deja muy claro el documental internacional de Netflix sobre el caso, estrenado en octubre, y algo sobre lo que Laura Sgrò, la abogada de la familia Orlandi desde 2016, no se ha cansado de insistir.
PREGUNTA: ¿Cuáles pueden ser los tiempos de esta nueva investigación?
RESPUESTA: La oficina que dentro del Vaticano se encargará de esto no está preparada para una investigación de este tipo. ¿Cómo puede una fiscalía tan pequeña, con gente que se ocupa también de otras cosas, afrontar un caso que en su primera investigación por parte de la justicia italiana duró 14 años? ¿Cómo pueden revisar el trabajo de tantos años en un tiempo normal? Yo creo que antes de ver las pistas que han seguido los otros, tendrían que mirar las pistas que tienen ellos en su propia casa.
P: Los años han dejado claro que los focos miraban cada vez más al Vaticano…
R: Lo que más me ha sorprendido siempre es que durante la primera investigación, la que va desde 1983 al 1997, la desaparición de Emanuela estaba aún relacionada con la hipótesis del atentado al papa Wojtyla -se creía que los terroristas que habían organizado el intento de asesinato al Sumo Pontífice habían capturado a la joven vaticana para pedir la liberación del hombre que había cometido el ataque, Ali Agca-. ¿Cómo puede ser que el caso de Emanuela no fuese de interés para el Vaticano si se pensaba que estaba relacionado con el atentado de un jefe de Estado? ¿Cómo no quisieron hacer nada?
P: Pietro Orlandi ha compartido recientemente con la prensa que estaba trabajando con una nueva fuente de la que no podría jamás desvelar la identidad… ¿Tanto usted como abogada como la familia Orlandi, siguen recibiendo este tipo de mensajes, pruebas, pistas, después de tantos años?
R: Estamos trabajando con diversas cosas en este momento. En tantos años han pasado por nuestras manos también muchas pruebas que han contaminado el caso. Hace falta una decena de magistrados para ver todas las cartas que tenemos sobre la mesa. Yo sola he tardado solo seis meses en leerme por primera vez el caso. Esta es una historia en la que tienes que profundizar muchísimo para llegar a alguna conclusión. En muchas ocasiones la gente ha aprovechado el filón para sus propios intereses. Un caso tan mediático como el de Emanuela, es fácil de instrumentalizar, pero es muy triste que se haga.
P: ¿Instrumentalizadas también por parte del Vaticano? Por ejemplo cuando se difundió aquel documento en el que se hablaba de “gastos” vinculados a Emanuela Orlandi asumidos por la Santa Sede durante varios años, cuando ya estaba desaparecida, que luego se dijo que era falso… ¿Cómo se explica algo así?
R: Sí, ese es el ejemplo. Alguien quería mandar un mensaje a otra persona dentro del Vaticano, meterle miedo. Esta cosa es horrible, hay una familia que desde hace 40 años llora a una niña de 15 años. Están usando este tema, lo que saben, lo que no saben, para guerras de poder internas.
P: ¿Cómo han recibido la noticia de la reapertura del caso por parte del Vaticano?
R: Espero que esto no sea una campaña de propaganda. El tiempo es enemigo de la verdad en este caso. La mayor parte de los implicados o los que pueden tener datos están muriendo.
P: ¿Cuál es el gran problema que se ha encontrado con estos cientos de testimonios?
R: A día de hoy mucha de la gente que cuenta algo de mucho interés luego no quiere firmar la declaración para protegerse. Es como si no se dijera nada.
P: Tras tantos años, ¿qué idea se ha hecho en su cabeza de lo que ha ocurrido?
R: Emanuela ha sido utilizada como objeto de chantaje. En ese chantaje, como un asunto interno a la Iglesia, han tenido su parte, seguro, la Banda de la Magliana -la mafia romana que presuntamente habría cometido el acto del secuestro por alguna cuenta sin saldar con poderes de la Santa Sede-.
P: ¿La pista del terrorismo internacional y el atentado al papa Wojtyla ha sido creada a posta para despistar la atención?
R: Sí, ha sido la versión que más ha despistado en cuarenta años, lo dice la fiscalía de Roma, yo no, y la menos cercana a los hechos.
P: Otro aspecto que llama la atención... ¿Por qué el Vaticano no ha colaborado con la fiscalía de Roma ni viceversa?
R: La comisión parlamentaria que han propuesto desde la oposición del Gobierno italiano ofrecerá luz sobre algunas cosas porque tendrá la potestad para pedir responsabilidades a la Santa Sede. Y serán ambas diplomacias las que se hablarán, será una cosa seria, ya no un cambio de palabras como pueden tener conmigo, abogada.
P: ¿Al Vaticano le conviene más que nunca colaborar con el descubrimiento de la realidad?
R: Sí, les conviene más que a nadie. El papa Francisco nunca ha querido encontrarnos. Yo sigo esperando e insisto: la Iglesia no es esto, es otra cosa, es gente que ayuda, que da su vida por los demás. Esto es solo corrupción y dinero la verdad ayudaría a la familia pero también a este país, la desaparición de Emanuela es una mancha negra en la historia de Italia. Este país merece una explicación. Si se compartiera la verdad se dejaría de hablar de corrupción y se hablaría de nuevo de fe. El caso de Emanuela ha visto ya tres papas.
P: ¿Este momento histórico es fundamental para una resolución definitiva?
R: Sí, la Iglesia tiene problemas internos, un Papa que se encuentra solo y la realidad del Estado italiano también ha cambiado. Es menos creyente, la religión tiene menos peso que en los 70. Ahora o nunca.