La historia de Tillie Adams, una niña de 12 años, da cuenta de que el coronavirus no es un virus pasajero para muchas personas, ni para muchos menores que sufren secuelas semanas, meses e, incluso, años después. La pequeña dio positivo en SARS-CoV-2 en diciembre de 2020 y, a día de hoy, aún utiliza una sonda de alimentación. La covid-19 ha cambiado su vida y quiere concienciar de su realidad para ayudar y apoyar a otros que puedan sufrir lo mismo.
“Mi nombre es Tillie. En diciembre 2020 di positivo en la prueba de covid los síntomas eran fiebre, perdí el gusto y el olfato y tenía dolores en todo el cuerpo, me sentí así durante 2 semanas y luego empecé a sentirme un poco mejor”, explica en la primera publicación de una cuenta de Instagram creada especialmente para contar su historia con el coronavirus.
“Después de 2 semanas empecé a sentirme mal otra vez esta vez con dolores en el estómago y diarrea, dolores de cabeza y cansancio constante, la mayoría de los días no podía levantarme de la cama. Los médicos dijeron que era por el covid y que debería sentirme mejor después de un par de semanas más”, añade.
Sin embargo, señala, “duró semanas y luché por comer porque cada vez que lo hacía sentía un fuerte dolor y pasaba directamente a través de mí. Finalmente, los doctores accedieron a verme e hicieron algunas pruebas y volvieron que tenía inflamación en el intestino. Me pusieron algún medicamento, pero esto no ayudó y seguí empeorando y perdí mucho peso, pasé días en la cama porque no tenía energía, algunos días que ni siquiera podía hablar, estaba exhausta”.
“Iba y venía del hospital para hacerme pruebas sin un diagnóstico porque tenía varias cosas mal, por lo que me admitieron en el hospital bajo un especialista en la UCL”, cuenta, especificando que tuvieron que ponerle un tubo de alimentación porque pasó semanas sin comer correctamente y con diarrea, por lo que tuvieron que ponerle un tubo de alimentación".
“No sabemos cuánto tiempo va a durar esto o si habrá daños permanentes, tengo que estar preparada para vivir así en un futuro previsible. Mi vida ha cambiado drásticamente”, dijo entonces.
A día de hoy Tillie Adams continúa con el tubo de alimentación, entre otras secuelas, luchando por tener una vida como el resto de niños de su edad. Sin embargo, desde 2020, ha tenido que volver varias veces en el hospital. Los síntomas, como ha compartido en sus redes son: dolores de cabeza, dolor de huesos, fatiga, mareos, úlceras, labios que sangran, pérdida de peso, nauseas constantes, pérdida de apetito, dolor de estómago, manos y pies fríos, sudores fríos, estreñimiento y diarrea.