Graves disturbios en Brasil, donde más de 300 personas, seguidores del expresidente Jair Bolsonaro, han sido detenidas por el asalto a las instituciones del país; unos hechos por los que el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, ha señalado a su predecesor, que ha negado responsabilidad alguna en lo ocurrido.
Han sido más de tres horas las que han necesitado las fuerzas de seguridad para recuperar el control de las instituciones: el Congreso, el Palacio de la Presidencia y el Supremo han sido retomadas por las autoridades tras el caos provocado y Lula, que ya está en Brasilia visitando los lugares asaltados, ha prometido que habrá castigo para todos los implicados.
"Los golpistas que han promovido la destrucción de bienes públicos en Brasilia están siendo identificados y serán sancionados", ha subrayado el presidente, quien ha anunciado que el trabajo se retomará tan pronto como se pueda y ha recalcado: “Democracia siempre”.
En su visita, el mandatario ha podido contemplar in situ la destrucción provocada por los asaltantes, que rompieron parte del patrimonio. Además, Lula ha visitado el Palacio del Planalto, sede del Gobierno Federal, así como el Tribunal Supremo, donde se ha reunido con la presidenta del mismo, Rosa Weber, y varios ministros.
Ante la grave situación, además, ha convocado este lunes a los 27 gobernadores de los estados brasileños para una reunión de emergencia destinada a abordar la invasión de las sedes de las instituciones democráticas.
El asalto a las instituciones terminó con blindados, helicópteros y brigadas de policía a caballo para poner fin a una jornada caótica en el país. Al menos 50 personas resultaron heridas, todo ello mientras los asaltantes clamaban por una intervención del ejército para derrocar a Lula, investido hace sola una semana en el mismo escenario en el que han irrumpido.
Como en su día ocurrió en el Capitolio en EEUU, durante horas la turba ha campado a sus anchas por las instalaciones, arrasando todo a su paso: patrimonio, obras de arte… Incluso un grupo ha robado el ejemplar original de la Constitución del país.
"Todas las personas que hicieron eso serán encontradas y castigadas. Todos pagarán con la fuerza de la ley este gesto irresponsable, antidemocrático de vándalos y fascistas”, ha dicho el presidente, mientras el Ministerio de Justicia del país, Flávio Dino, habla incluso de terrorismo y atribuye responsabilidad política en los hechos a Jair Bolsonaro:
"Políticamente está claro que, en la medida en que hubo una transición conflictiva y que no hubo reconocimiento del resultado electoral y, por el contrario, hubo una instigación a creer en esoterismo, exotismo, tesis extrañas o agresivas, está claro que la responsabilidad política es inequívoca", ha dicho.
En este contexto, y desde Estados Unidos, Jair Bolsonaro ha condenado tibiamente los ataques: “Las manifestaciones pacíficas, conforme a la ley, son parte de la democracia. Sin embargo, las depredaciones e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, escapan a la regla”, ha dicho, sin olvidarse de las protestas durante el final del gobierno de Dilma Rouseff.
Asegurando a través de Twitter que durante su mandato "siempre" ha cumplido con la Constitución, "respetando y defendiendo las leyes, la democracia, la transparencia y la sagrada libertad", ha añadido: "Además, repudio las acusaciones, sin pruebas, que me atribuyó el actual jefe del Ejecutivo de Brasil (Luiz Inácio Lula da Silva)".