Lula da Silva ha jurado este domingo su cargo como 39º presidente de la República de Brasil en la culminación de una ceremonia de investidura marcada por la ausencia de Jair Bolsonaro, presidente saliente, y el comienzo de su tercer mandato al frente del país.
Con un "mensaje a Brasil" de "esperanza y reconstrucción", en su discurso el líder de la izquierda ha lamentado que "el gran edificio de derechos, soberanía y desarrollo que construyó esta Nación ha sido sistemáticamente demolido en los últimos años".
"Es a la reconstrucción de este edificio que vamos a dirigir todos nuestros esfuerzos", ha asegurado Lula da Silva tras firmar con un bolígrafo que recibió en 1989 de un asistente a un mitin en el estado de Piauí, con el que ha querido recordar a los residentes de esta población.
Agradeciendo su victoria a la "conciencia política de la sociedad brasileña" y al "frente democrático" formado contra las "violentas amenazas a la libertad de voto" durante los comicios, el mandatario ha señalado que "la democracia ha sido la gran vencedora".
Durante la ceremonia, Lula ha recordado su primer mensaje cuando llegó por vez primera al poder en 2003, cuya validez se ha visto obligado a mantener tras el mandato de Bolsonaro. "Dije que la misión de mi vida sería cumplida cuando cada brasileño y brasileña pudieran comer tres comidas al día. Tener que repetir este compromiso hoy es el síntoma más grave de la devastación que ha impuesto al país en los últimos años", ha lamentado.
Junto a Lula también ha jurado su cargo Gerardo Alckmin como vicepresidente del país en una sesión que ha comenzado con un homenaje al astro del fútbol Pelé, fallecido esta semana a los 82 años de edad.
Lula ya gobernó Brasil durante dos mandatos entre 2003 y 2010, años durante los cuales elevó la presencia internacional del gigante sudamericano, simbolizada en unos inéditos Juegos Olímpicos, y adoptó medidas para tratar de combatir la pobreza y reducir la desigualdad.