El luto de Georg Gaenswein, el 'guapo del Vaticano' que fue 'como un 'hijo' para Benedicto XVI y le acompañó hasta su muerte
El arzobispo alemán ha acompañado a Ratzinger desde los años 90, cuando era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de Fe
Telefoneó al papa Francisco para informarle de la muerte de Benedicto XVI y para decirle cuáles fueron sus últimas palabras: "Jesús, te amo"
El funeral de Benedicto XVI será este jueves en la Basílica de San Pedro
“He servido a dos papas, Francisco y Benedicto. Al principio, debo admitirlo, fue bastante cansado, pero luego me acostumbré a estar al lado de dos grandes personalidades, sirviéndolas a ellas y, en consecuencia, también a la Iglesia".
Georg Gaenswein, hoy arzobispo, es 'el hombre que siempre estuvo allí', la sombra de Joseph Ratzinger, la persona que le ha acompañado en los últimos 30 años y quien ha estado con él hasta su muerte, este sábado en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano.
MÁS
Fue él quien telefoneó al papa Francisco para informarle de la muerte de Benedicto XVI y para decirle cuáles fueron sus últimas palabras: "Jesús, te amo", pronunciadas en alemán.
El conocido popularmente como 'el guapo del Vaticano', se siente hoy más huérfano que nadie en la Santa Sede.
En sus apariciones ante los medios, el apuesto arzobispo no ha negado que su principal misión ha sido "servir fielmente" a Ratzinger, no como un simple encargo, sino como una "misión personal" a la que ha consagrado su tiempo y esfuerzo.
Junto al anciano papa
En los últimos años, durante el retiro y deterioro físico del pontífice, no ha dejado de estar a su lado en las misas matinales, los momentos de silencio y de meditación, y en las dos únicas salidas fuera de las fronteras vaticanas que ha realizado, en un día de vacaciones en Castel Gandolfo, por invitación urgente del Papa Francisco, y para correr a Alemania al lado de la cama de su hermano. Georg, unos días antes de su muerte en julio de 2021.
Junto a Ratzinger desde los años 90
Gaenswein fue mano derecha de Benedicto XVI antes de ser nombrado papa. De origen alemán, nacido en Riedrn am Wald, el 30 de julio de 1956, llegó a Roma al comienzo de la década de los 90, como apuesta personal de quien entonces era cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de Fe.
A Ratzinger le impresionaron las dotes del joven estudioso del Derecho Canónico, disciplina que impartiría en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (Opus Dei) en Roma.
En 2003, fue nombrado secretario personal de Raztinger. El joven ayudante vio cómo el 16 de abril de 2005, su mentor se convertía en el 265 papa de la Iglesia Católica. Su fidelidad fue compensada con el nombramiento como prefecto de la casa pontificia, responsabilidad a la que lo llama Benedicto XVI el 7 de diciembre de 2012 , consagrándolo al mismo tiempo a la dignidad episcopal como obispo titular de Urbisaglia, antigua diócesis de las Marcas. Aquel nombramiento llegaría poco más de dos meses antes del anuncio de la renuncia al pontificado de Benedicto, el 11 de febrero de 2013.
El conocimiento de Gaenswein de los entresijos vaticanos llevó al papa Francisco a mantenerlo en el cargo.
Con Ratzinger convertido en emérito, su mano derecha le acompañó en su retiro, primero en el Palacio Pontificio de Castel Gandolfo y posteriormente en el antiguo monasterio Mater Ecclesiae, en el Vaticano, donde fue en todos los aspectos la conexión constante de Benedicto XVI con el mundo exterior.
Lágrimas por Benedicto XVI
Con la renuncia papal, comenzaba lo que Gaenswein califica como "nueva aventura". La histórica abdicación del pontífice tuvo un impacto personal en él. Lo recordaba en el diario La Repubblica: "Desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas desde el palacio de Castel Gandolfo, Benedicto XVI renunció a su ministerio como Obispo de Roma y Sucesor de San Pedro. La decisión fue tan grave que en ese momento había imaginado personalmente una esperanza de vida para Benedicto XVI de no más de un año. Por eso, cuando salimos juntos del Palacio Apostólico el 28 de febrero de 2013, el mundo entero fue testigo de cómo no podía contener las lágrimas...".